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Comunidad Sudamericana de Naciones

Publie le Miércoles 15 de diciembre de 2004 par Open-Publishing

Por Apolinar Díaz-Callejas, 15/12/2004

Hemos tenido una notable noticia, de inigualable dimensión histórica: en Cusco, la más alta cumbre humana, social, política y geográfica de las culturas indígenas sudamericanas, desde muchos siglos antes de la llegada de Colón a América, se constituyó el 8 de los corrientes la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), formada por: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela.

Es un hecho concreto de unidad, no un sueño hacia el futuro. Al fin se entiende que sin la unidad es imposible a nuestra región superar el escandaloso atraso social, de ingresos, de trabajo, de educación, de salud, de soberanía, de dignidad de nuestros pueblos y de liberación de la dependencia política, militar y económica de los Estados Unidos.

Para quienes hemos consagrado nuestras vidas a la lucha por la unidad, la transformación social y la soberanía de nuestros países, ésta es una victoria que transformará el rol de Sudamérica en el mundo actual, que marcha hacia la formación de grandes bloques económicos, geográficos, políticos y sociales.

Es una contribución, como la Unión Europea, China, África y otros subcontinentes, a un frente mundial de regiones que ya se oponen y se opondrán durante el siglo XXI al proyecto hegemónico, militar, económico y terrorista de Estados Unidos, bajo la conducción del reelegido presidente George W. Bush.

El pueblo estadounidense tendrá que entender que la conducción de su país a una política de dominación mundial, de desafío al orden jurídico internacional, de imposiciones militares y económicas que Bush encubre con la farsa de su lucha contra el terrorismo, tendrá la oposición y resistencia de los pueblos de la tierra.

La guerra contra Iraq y los asesinatos y crímenes diarios de las fuerzas militares norteamericanas, con bombardeos y ataques a toda la población civil, han mostrado que con el pretexto del terrorismo, Bush desató una guerra infame de agresión que es repetición de las que hicieron Hitler y Mussolini en la Segunda Guerra Mundial. Olvidó que esos monstruos de la guerra y crímenes contra la humanidad fueron derrotados y castigados por los pueblos del mundo, entre ellos, el pueblo norteamericano conducido por Franklin Delano Roosevelt.

Debe recordarse, como digo en un trabajo mío para un libro que saldrá en Barranquilla, que esta política de guerra, agresión y crímenes militares fue diseñada desde antes de la elección de Bush, en 1997, por un grupo de políticos de ultraderecha, entre quienes estaban Jeb Bush, su hermano, el del fraude electoral en Florida; Dick Cheney, petrolero de la extrema derecha; Donald Rumsfeld, del equipo de gobierno de Bush; Francis Fukuyama, teórico universitario, y otros de la misma calaña, quienes proclamaron “aceptar la responsabilidad del rol único de Estados Unidos en preservar y extender un orden internacional amigable para nuestra seguridad”; a la vez que Condoleezza Rice, una linda negrita de curvas seductoras y desafiantes, en el año 2000 ya decía que la política del candidato Bush debería ser “garantizar que las tropas norteamericanas puedan impedir una guerra, proyectar poder y luchar en defensa de sus intereses si falla la disuasión”. Esta es la nueva Secretaria de Estado de Bush que dirigirá una política de guerra.

El único presidente sudamericano aliado de Bush en la guerra contra Iraq es el colombiano Álvaro Uribe Vélez, quien estuvo en Cusco en la creación de la Comunidad Sudamericana de Naciones. ¿Cree Uribe en esto, cuando ya su gobierno dijo que no le interesaban las alianzas económicas con el sur del Continente sino con el norte y que apoyaba el TLC con Estados Unidos, que tiene tropas en su país? ¿Con quién se quedará: con Bush o con los objetivos de la Comunidad Sudamericana de Naciones?