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Bolivia: Hay que echar a las privatizadas y al imperialismo

Publie le Jueves 23 de junio de 2005 par Open-Publishing

Las lecciones de Bolivia: Hay que echar a las privatizadas y al imperialismo

Los acontecimientos que sacudieron a Bolivia y que tuvieron como protagonistas a nuestros hermanos obreros, campesinos y de los pueblos originarios dejan importantes lecciones para los trabajadores y luchadores de la Argentina.

Por Ruth Werner y Facundo Aguirre
La Verdad Obrera (Argentina)
16/06/2005

Pasado y presente. Las raíces del saqueo

Para empezar, vamos a señalar la importancia del pasado histórico en la actualidad política argentina. Los crímenes de la dictadura están en el debate público debido a la inconstitucionalidad de las leyes del perdón dictada por la Corte Suprema. Sin embargo, ésta es una medida que llega tarde y que no daña a ninguna de las fuerzas vitales del estado capitalista comprometidas de lleno en el genocidio. No hay ninguna duda de que los movimientos de derechos humanos y las víctimas de la dictadura tienen que aprovechar la sentencia para demandar el castigo y la cárcel a los culpables. Pero, es un grosero error identificar este paso cuya explicación se encuentra en casi dos décadas de movilización popular en la buena voluntad del gobierno de Kirchner o de la “renovada” Corte Suprema de Justicia, como hace el llamado arco progresista. Esta noticia le permitió al presidente darle nuevos bríos a su cada vez más deslucido discurso setentista, mientras continúa una acción de gobierno al servicio de los mismos sectores burgueses y del imperialismo que sostuvieron a la dictadura y se beneficiaron del saqueo de la nación. La continuidad jurídica de las privatizaciones y la flexibilidad laboral con que la democracia para ricos premió a esos grupos económicos no está en peligro, ni existe en la mente de ningún funcionario la perspectiva de que algo cambie. Es más, el gobierno se prepara para renovarles las concesiones y otorgar a las empresas un tarifazo que va a afectar el bolsillo de la población.

Otro hecho histórico ha sido rememorado en estos días con el objetivo preciso de rescatar la mística del peronismo. El 16 de junio de 1955 los aviones de la Armada bombardeaban una Plaza de Mayo repleta de obreros con el saldo de 300 muertos. Tal furia fue descargada con el objetivo de derrocar a un gobierno que en ese entonces se le presentaba al imperialismo como una molestia para su intento colonizador. El golpe contra Perón, fue el primer gran paso del imperialismo yanqui en la Argentina. La resistencia contra el golpe quedó exclusivamente en manos de los trabajadores, mientras la cúpula de la CGT, los funcionarios del PJ y el mismo Perón, abdicaban sin luchar. El nacionalismo burgués se mostró cobarde e impotente para defender los intereses de la Nación.

Cuarenta años después, en la década del ’90, será el partido del General Perón, paradójicamente, quien termine de concretar la obra iniciada por los gorilas del ’55, y más tarde por Videla y Martínez de Hoz. Bajo el menemismo, con la complicidad de Alfonsín en el Pacto de Olivos, el Estado perdió el control de las empresas públicas y entregó los recursos energéticos estratégicos a manos de los monopolios trasnacionales. Menem, más tarde la Alianza, Duhalde y hoy Kirchner han transformado al país en algo muy similar a una estrella de la bandera yanqui.

Una historia similar a la de nuestros hermanos de Bolivia. En 1952 una revolución obrera y campesina destruyó el ejército boliviano e impuso un gobierno del nacionalismo burgués encarnado en el Movimiento Nacionalista Revolucionario, que se vio obligado a expropiar las minas y ponerlas bajo el control del estado boliviano. Décadas más tarde, en los ‘80 y en los ‘90, el MNR fue -entre otros- uno de los principales artífices del neoliberalismo, de la entrega de los recursos naturales y energéticos al capital extranjero.

Estos dos ejemplos históricos son muy significativos. El nacionalismo burgués se mostró como un escollo para hacer realidad una victoria de las masas contra el imperialismo y terminaron siendo los agentes de la entrega de nuestras naciones. La lucha de clases boliviana vuelve a mostrar que son las masas obreras, campesinas y de los pueblos originarios las que encarnan la reivindicación de la nacionalización de los hidrocarburos y un genuino interés por defender la nación. Esta es la primera gran lección que deja Bolivia.

En nuestra Argentina, que desde el punto de vista del despojo de sus recursos vive una situación similar-más allá de las diferencias de la estructura y realidad económica actual- la lección de Bolivia tiene un valor enorme. Para tener una idea, se calcula que el saqueo del petróleo argentino es de tal magnitud que la amenaza de agotamiento de sus reservas sobrevendrá en las próximas décadas. Desde el punto de vista de los objetivos que tendría que fijar un programa obrero para salvar la Nación de la ruina a la que la está condenando la dominación del imperialismo y el capital extranjero, la enseñanza es clara: ¡Fuera las privatizadas de Argentina!. Renacionalización sin pago y bajo control de los trabajadores de las petroleras, las empresas energéticas y los servicios públicos.

Integración capitalista versus unidad obrera campesina de nuestra América

La segunda lección que la lucha de clases boliviana deja para los trabajadores argentinos es que desnuda el carácter proimperialista de Kirchner, el mismo que gusta presentarse como la reconstitución de un movimiento nacional y popular. El papel jugado por el gobierno kirchnerista en la crisis boliviana no deja lugar a dudas. Primero envió a un hombre de Patria Libre -Isaak Rudnik- a sondear a Evo Morales para moderarlo en sus reclamos; luego formalizó junto a Brasil y la ONU, y a pedido de Mesa y los EE.UU, a un mediador oficial -Raúl Alconada Sempé- para sostener la continuidad institucional del régimen político boliviano, para evitar su caída revolucionaria y para defender los intereses de la Repsol. Una acción más en la sostenida línea de apoyo a los intereses del imperialismo norteamericano, como el envío de tropas a Haití. Fue el ahora candidato progresista Rafael Bielsa quien salvó a EE.UU de un revés diplomático en la cumbre de la OEA, donde pretendía imponer una declaración de neto corte colonialista. La “integración” que practican los gobiernos capitalistas de nuestra región sólo es aplicable cuando se trata de confrontar contra las masas y de socorrer a las oligarquías en crisis, a las empresas multinacionales o a los EEUU. La conclusión de esta segunda lección de Bolivia es la necesidad de profundizar la lucha contra los gobiernos burgueses y oponer a la “integración” capitalista pregonada por ellos, la unidad obrera y campesina de nuestra América, la cual se va a conseguir en la lucha mancomunada contra el imperialismo y las burguesías cipayas. Los socialistas revolucionarios declaramos abiertamente que la verdadera unidad latinoamericana, vendrá de la mano de la victoria de obreros y campesinos, de la federación de repúblicas socialistas de nuestra América.

Enfrentar las trampas políticas de la burguesía

La actitud de Kirchner frente a la crisis boliviana debe ser enmarcada en el hecho que tanto él como Lula, como Tabaré Vázquéz o en su momento el mismo Mesa, fueron un intento de oxigenar a los viejos regímenes políticos latinoamericanos con un discurso progresista. Esta experiencia terminó traumáticamente en Bolivia con la caída de Mesa. En Argentina, el gobierno se encuentra todavía fuerte coyunturalmente pero agotando su discurso y credibilidad al tener que aplicar la agenda política dictada por los patrones y el imperialismo. Además debe confrontar el hecho de una lenta pero sostenida recomposición de la clase trabajadora (la cual se fortalecería enormemente si las masas bolivianas obtuvieran una victoria).

En Bolivia las trampas políticas que buscan contener y desmovilizar a las masas tienen que recurrir a los dirigentes populares. Evo Morales se prepara para encarnar la salida frentepopulista, es decir llevar a los movimientos sociales a algún tipo de coalición con los representantes de la burguesía. Lección fundamental y que hay que marcar con fuego: es el papel conciliador y reformista de las direcciones políticas del pueblo boliviano que se negaron a avanzar en el camino de 1952 (mucho menos en la toma del poder por los obreros y campesinos), lo que le permitió a la burguesía mantener intactas sus fuerzas de represión y ganar un tiempo precioso que van a utilizar para lanzar nuevas trampas y ataques contra obreros y campesinos. En Bolivia hizo falta un partido revolucionario y socialista de la clase obrera.

La diferencia entre la situación de aquel país y el nuestro no debe prestarnos a confusión, esta lección es de fundamental importancia también entre nosotros, para que la lucha contra los gobiernos entreguistas no caiga en saco roto. La clase obrera tiene que prepararse políticamente para dar una respuesta a la crisis por venir conquistando su independencia política como clase, rompiendo, en el caso de Argentina, con el peronismo y las variantes patronales de la “neoderecha” de los Macri, López Murphy y Sobisch y de la centroizquierda como Carrió, el Encuentro de Rosario, Zamora y los intentos frentepopulistas de Izquierda Unida. En este sentido es que desde el PTS venimos planteando a las organizaciones obreras combativas y a los luchadores una campaña política por un partido de los trabajadores para disputar a las grandes masas populares que son cautivas aún de la política burguesa. Un partido de estas características sostenido en la organización militante de las comisiones internas y los sindicatos recuperados a la burocracia, planteando un programa revolucionario a las grandes masas de la Nación, es una herramienta estratégica para que la clase obrera avance en constituir una dirección revolucionaria que permita la victoria de la clase obrera y el pueblo.