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El ambiguo no francés a la Constitución europea

Publie le Martes 5 de julio de 2005 par Open-Publishing

Por Immanuel Wallerstein

El 29 de mayo de 2005 los franceses votaron en un referendo por la no ratificación de la propuesta Constitución europea. Tres días después, los votantes holandeses hicieron lo mismo. En ambos casos, el margen fue sólido. Desde entonces, la prensa mundial se llenó con discusiones acerca del futuro de Europa como visión y como institución. Pero, de hecho, las consecuencias de estas votaciones son extremadamente ambiguas.

Tomemos el voto francés. Hubo tres grupos que saludaron la votación como victoria: los neoconservadores en Estados Unidos, grandes segmentos de la izquierda francesa (particularmente los altermundialistas) y los euro-escépticos de derecha por toda Europa. En Estados Unidos, William Kristol, editor del principal periódico de los neoconservadores, el Weekly Standard, terminó su editorial, titulado "¿Una nueva Europa?", con la frase "Vive la France". Quienes proponían el no desde la izquierda francesa celebraron en las calles de París. Y los euro-escépticos de derecha por fin se deleitaron con ganar esta ronda en sus esfuerzos por descarrilar Europa.

¿Cómo pueden tener la razón todos ellos? Veamos lo que cada quien celebra. Para los neoconservadores, el no francés y el no holandés fueron derrotas de las arrogantes elites europeas antiestadunidenses y, sin duda, particularmente para la actual némesis de los neoconservadores, Jacques Chirac. "Este es un momento de esperanza para las perspectivas de una Europa revigorizada, social y moralmente, pro estadunidense, en pro de la libertad y más o menos en favor del libre comercio", dijo Kristol.

Para los altermundialistas franceses, el voto en favor del no representó algo muy opuesto, tanto la repulsa a los valores conservadores anglosajones y el rechazo del neoliberalismo como programa, según los encarnan la Constitución propuesta y los miembros de la Comisión Europea y la burocracia en Bruselas (que para ellos también son encarnados por el gobierno de Chirac en Francia). Para los euro-escépticos de derecha, el voto fue un golpe contra la misma comisión y la misma burocracia de Bruselas, a la que traían entre ojos por imponer el socialismo en Europa. Hubo también un fuerte elemento xenofóbico en el no francés (y aun más en el no holandés), el rechazo de una posible admisión futura de Turquía en la Unión Europea, y un ataque a las políticas que han admitido tantos migrantes musulmanes en Europa.

Obviamente, como en todos los referendos, el voto por el no juntó a muy diferentes grupos con objetivos muy distintos. Lo que parece haber proporcionado más votos por el no que en referendos previos en Francia fue un porcentaje mayor de votantes socialistas y verdes que estaban enojados por el estado de la economía y temerosos de una mayor "globalización", un punto de vista que expresaron derrotando el tratado. Y en Holanda lo que parece haber traído más votos por el no fue el repunte de los temores en torno a los inmigrantes musulmanes en su país, ocasionado por actos de violencia recientes muy notables.

Sea cual sea la explicación de los sufragios, ¿cuáles son las consecuencias? Los votos por el no significan el fin de la Constitución propuesta, dado que requiere de ratificación unánime, y en Francia y Holanda hay cero probabilidades de que una segunda votación deshaga la primera. Esto, por supuesto, no significa el fin de la Europa institucional. La UE se queda con la estructura que ahora tiene. El problema es que la estructura existente fue considerada inadecuada -para las necesidades de una Europa expandida- por la mayoría de la gente. Se suponía que la Constitución mejoraría la situación reduciendo el requisito de unanimidad en varias áreas, y creando dos puestos centrales (un presidente y un ministro de Relaciones Exteriores) que aumentarían su solidez política. Pasará algún tiempo antes de que los gobiernos europeos intenten de nuevo la mejora de las actuales estructuras institucionales.

Dado que uno de los problemas principales que condujeron al intento de redactar una nueva Constitución y al rechazo de este documento fue la expansión de Europa de 15 a 25 miembros, cualquier expansión ulterior puede quedar en espera. Bulgaria y Rumania estaban programadas para unirse a la UE en 2007. La Unión Demócrata Cristiana Alemana, que espera ganar las elecciones de 2006, ya anunció que, al llegar al poder, puede vetar o frenar estas adhesiones. Las posibilidades de que Croacia, Macedonia, Ucrania (y por supuesto Turquía) tengan la anuencia de unirse son más débiles por el momento.

Hay algunos que están bastante contentos. Uno de ellos es Tony Blair. El no francés tiene varias consecuencias positivas para él. Permite que el Reino Unido no haga su propio referendo en 2006, como lo había prometido, que probablemente habría sido una derrota pública para él. Blair puede ahora alegar que estaba en favor de la Constitución derrotada pero que ahora es irrelevante un referendo británico. Es más, Blair no está descontento por la repulsa a Chirac (o a Schröder en las elecciones alemanas regionales previas). Son un buen respiro a sus dificultades internas debido a su política en el conflicto de Irak. Blair puede ahora avanzarse como líder de Europa.

No hay duda de que el editorial de Kristol refleja el humor del régimen de Bush. Llevan cuatro años intentando obstaculizar una Europa más fuerte. El rechazo a la Constitución y la confusión que conlleva es la primera buena noticia en dos años de trabajo en ese frente. En el largo plazo, Europa sin duda seguirá apartándose de la dominación estadunidense pero en este punto Bush está más preocupado por el corto plazo, y en el corto plazo el no francés definitivamente le es útil.

Y en cuanto a los altermundialistas franceses, ¿qué ganaron? Han demostrado mayor fuerza dentro de la familia de los situados a la izquierda del centro en Francia. De hecho, el Partido Socialista francés y el Partido Verde se hallan en revuelo a resultas del voto. Puede haber realineaciones importantes y no es del todo seguro que la coalición de la izquierda arco iris en Francia pueda reconstituirse de modo que le permita ganar las elecciones presidenciales en 2007, especialmente si la coalición centro-derecha se las arregla para actuar junta en mejor forma que la coalición centro-izquierda.

¿Han logrado los altermundistas un impacto importante en la lucha contra el neoliberalismo en la economía-mundo? Ya iban logrando cosas debido al surgimiento de sentimientos proteccionistas a lo largo de los países del Norte (América del Norte, Europa occidental y Asia oriental). El voto en Francia refleja esto. ¿Acelerará este voto el movimiento? Eso depende de dos cosas. Una es si los altermundialistas pueden separar en el imaginario popular la lucha contra el neoliberalismo de los sentimientos xenofóbicos, antislámicos, que se apoderan de gran parte de Europa. La segunda cuestión es el grado en que la postura del régimen de Bush continúe erosionando la arena geopolítica y se vea imposibilitado para capitalizar el retroceso en la integración política europea.

Mucha gente en Europa dice ahora que es el momento de "volver a empezar" todo el ejercicio de una unidad europea. Desde el principio el problema ha sido que una Europa más social no es posible a menos que sea una Europa más federal. Pero segmentos significativos de la izquierda europea (y no sólo la izquierda en Francia) siempre han temido que una Europa más federal signifique un deterorio de los logros sociales en su propio país. Hasta que la izquierda europea esté lista para probar su fuerza dentro de una estructura europea más federal, irá de referendo confuso en referendo confuso, se hallará más debilitada internamente en la lucha por mantener sus logros sociales nacionales y hallará que Europa es incapaz de jugar el papel geopolítico mundial vis-à-vis con Estados Unidos que la izquierda europea quiere jugar.

Traducción: Ramón Vera Herrera
La Jordana