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Irak: breve lección de historia militar

Publie le Lunes 29 de agosto de 2005 par Open-Publishing

Juan José Hernández Arregui

Por Roberto Bardini

El filósofo argentino Juan José Hernández Arregui (1913-1974) escribió que “la historia es la política del pasado, del mismo modo que la política del presente es la historia del mañana”.

Parece ser que los mandatarios estadounidenses -por lo menos los republicanos- no se caracterizan por sus conocimientos históricos. Es casi seguro que ninguno de ellos leyó a Tucídides, aristócrata ateniense, guerrero y cronista, autor de la Historia de la Guerra del Peloponeso , quien en la introducción a su obra advierte que será útil “para aquellos que quisieren saber la verdad de las cosas pasadas y otras semejantes que podrán suceder en adelante”.

Tucídides fue almirante de una flota naval que combatió contra Esparta. Considerado uno de los precursores de la historia política, descartó a la mitología y las narraciones orales como fuentes.

En su historia relata que los atenienses invadieron Sicilia en el año 415 antes de Cristo convencidos de que sería una excursión campestre. Creían que en poco tiempo eliminarían a la resistencia y controlarían sus riquezas y rutas marítimas. Pero la ocupación se prolongó más de lo previsto. Los generales invasores tenían poco conocimiento de la isla y sus habitantes. Por no retirarse a tiempo, la expedición terminó en una catástrofe e inició la lenta decadencia de Atenas.

En noviembre de 1969, refiriéndose a la guerra en Vietnam, el presidente Richard Nixon dijo: “No tengo y no pretendo anunciar el calendario de nuestra retirada. El anuncio de un calendario fijo para nuestra retirada sería totalmente eliminado por el enemigo para negociar un acuerdo. Simplemente esperarían hasta que nuestras fuerzas se hubieran retirado para después moverse. Cuando las fuerzas [sud] vietnamitas sean más fuertes, el ritmo de retirada estadounidense será mayor”.

El general Maxwell Taylor, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto y asesor presidencial para asuntos asiáticos, declaró años después que la guerra de Vietnam “perseguía un objetivo limitado, con medios limitados, riesgo limitado y voluntad de vencer limitada”. Sin embargo, fue la más larga de la historia estadounidense: se prolongó de 1964 a 1975.

Según datos del Pentágono, Estados Unidos envió al frente a 800 mil soldados. Murieron más de 56 mil y quedaron heridos o mutilados más de 300 mil. A esto se agregó el problema de miles de ex combatientes con problemas de adaptación a la vida civil y de adicción a las drogas. La guerra causó un shock colectivo en la sociedad estadounidense, conocido como “el síndrome de Vietnam”.

En junio de este año, refiriéndose a la guerra en Irak, el presidente George W. Bush dijo: “No hay ningún calendario. ¿Por qué deberíamos decirle al enemigo: aquí está el calendario, sigan adelante y espérennos? No tiene sentido tener un calendario. Si uno da un calendario, le concede demasiado al enemigo. Nuestra estrategia se puede resumir de esta manera: cuando los iraquíes [leales a Estados Unidos] se pongan de pie, nosotros nos retiraremos”.

Fueron casi exactamente las mismas palabras de Nixon en 1969. Un año antes, Bush junior había obtenido un módico bachillerato en Historia en la Universidad de Yale. Tenía entonces 22 años y buscaba excusas para no ir a Vietnam. Quizá por eso no aprendió mucho en clase.