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El Soconusco: su violencia geográfica (III)

Publie le Lunes 7 de noviembre de 2005 par Open-Publishing

por Andrés Aubry

Entre el istmo de Tehuantepec y las costas de Colombia navega la placa
tectónica de Cocos. Desde las profundidades del océano se desliza a la
velocidad de unos centímetros al año en dirección de la costa del
Soconusco, asentada en otra placa: la llamada caribeña; se sume bajo ella
y, como cuña, levanta la Sierra Madre de Chiapas. El simétrico continental
de la fosa abismal de 6 mil 660 metros por debajo del nivel del mar frente
a Mapastepec, lo constituye el par volcánico del Tacaná (Chiapas) y del
Tlacomulco (Guatemala), cuyos conos gemelos se yerguen a más de 4 mil
metros de altitud. Invitan la poderosa actividad convectiva atmosférica que
atrae del Pacífico las nubes, que son la ganga de sus cafetales, pero
también causa de los cataclismos provocados por sus violentos -hasta
mortíferos- chubascos.

Esta larga y maciza sierra, cuyos pliegues corren de noroeste a sureste,
presenta dos vertientes muy asimétricas. Sus suaves laderas interiores,
completadas por contrafuertes, descienden hacia el valle central del
Grijalva. Sus muchos ríos culebrean al capricho de un relieve complejo,
pero estas laderas reciben pocas lluvias, por su exposición al noreste, que
las somete al embate a quemarropa de los alisios (vientos dominantes del
resto de Chiapas). Estos, después de descargar sus lluvias en las cañadas
lacandonas, los Chuchumatanes y nuestros Altos, llegan secos a la sierra.

El fenómeno explica la feroz sequía de San Francisco Motozintla. Pero abajo
de este semidesierto (de hecho desertificado por el mal manejo de la finca
del gobernador Efraín Aranda Osorio, quien regaló sus terrenos de desecho
para fundar esta ciudad), la aridez del clima se compensa con los ríos de
la sierra y su buen manejo que, antes del cataclismo, hacían la dicha de
los campesinos de Siltepec, tierra fértil aunque con pocas lluvias. Arriba
de la sierra, en toda su longitud, la niebla seca de los alisios (llamada
calina por los lugareños) cubre sus cumbres. Su rocío y sus brumas
propician los pastizales para rebaños de borregos que abastecen a Chiapas
de lana, y la gran reserva del bosque de niebla del Triunfo. El geógrafo
Waibel apunta en su libreta de campo que "al pasar sobre sus pedregales, o
montando a caballo a lo largo de ellos, se oye el murmullo del agua en las
profundidades" del suelo. Un paraíso; ventaja de una rica humedad sin la
molestia de las lluvias.

La vertiente del Pacífico es totalmente diferente. Parte del arcaico escudo
continental cae hacia la planicie costera como despeñadero y, por tanto,
carece de cultivos y pueblos. Sus incontables y paralelos ríos descienden
abruptamente, perpendiculares a la pendiente, labrando estrechas terrazas y
brincando de una a otra, acarreando rocas volcánicas de varios metros
cúbicos; con la sedimentación que arrastran cobran su color de chocolatera.
Con esta violencia depositan en la llanura costera el limo que, junto con
el calor de las tierras bajas, genera su fertilidad, la adorna de colinas
con su grava. En periodos de crecida, estos ríos avientan su granito y
andesitas de varias toneladas que destruyen puentes, autopistas, vía del
tren y asientos humanos, imprudentemente construidos en la proximidad de la
sierra.

La banda costera, de ancho variable al pie de esta sierra, lució durante
siglos como selva, convertida en manglares al acercarse al océano y, pese a
catástrofes recurrentes después de su deforestación, tiene el encanto de un
jardín. Termina con el estero multimencionado y sus pacíficas playas de
arena, donde desovan tortugas.

El periodo de fragilidad es junio y (tras el breve receso de la llamada
canícula de julio-agosto) septiembre-octubre, como fue el caso en 1794,
1988, 2005. Se debe a un curioso fenómeno que los geógrafos Waibel y Helbig
llaman monzón (inversión súbita y prolongada de los vientos, como en India).

Entre los dos pasos del sol a su cenit, se instala en el Soconusco (que en
el Suchiate está a la latitud baja del paralelo 14) la llamada ZCIT (zona
de convergencia intertropical): una cintura atmosférica de baja presión
hacia la cual se precipitan los alisios secos del noreste y los húmedos del
hemisferio sur (que soplan desde el sureste). Al cruzar el ecuador, la
rotundidad del globo los desvía a la derecha, de tal forma que chocan de
frente (desde el suroeste) con los alisos del noreste, especialmente a
través del corredor abierto por el pasillo construido entre los conos
volcánicos de la frontera y las elevaciones (de 3 mil metros) del macizo
del Malé (por El Porvenir, también victimado). En condiciones "favorables",
el calor alivia el peso de las nubes que se trepan más alto y chocan de
frente arriba de Motozintla. Los chubascos entonces se transforman en
tornados constantemente realimentados, cuya trompa barrió las regiones
económicas VIII y IX (de Tapachula a Siltepec) en forma de tromba. Las
aspas de Stan, este año, sin ser la causa principal, contribuyeron a
aumentar la violencia del choque.

Con estos datos se pueden identificar los problemas y remediar los errores
agrícolas (en la planicie), de manejo urbano (en lugares poblados) y de
infraestructura (en vías de comunicación) que asolaron el Soconusco.

http://www.jornada.unam.mx/2005/11/03/026a2pol.php