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LLAMAS EN EL PARAÍSO. LLAMAS EN LA TIERRA.

Publie le Viernes 11 de noviembre de 2005 par Open-Publishing

Por Juan Barbagelata

Para nosotros, ignotos habitantes de Latinoamérica, siempre hubo un discurso que nos decía el mundo desarrollado es otra cosa. Allá se puede.

Se puede estudiar, se puede trabajar con salarios dignos, se pueden comprar bienes de consumo.
Y nuestros jóvenes juntan peso sobre peso para poder emigrar.

A Miami, a Nueva York, a Europa.
Ellos, allá son el primer mundo, nosotros, acá, el tercer mundo.
El concepto de tercer mundo que se ha manejado desde los centros de información es el de países subdesarrollados o en vías de desarrollo. Países que tienen grandes cantidades de habitantes excluidos de su sistema económico, lo cual es certero.

Ahora, hoy, creo que debemos repensar el concepto de tercer mundo y su relación con la economía neoliberal.

Viendo las noticias, nos enteramos que en New Orleáns a raíz del huracán Katrina aparece una gran masa de pobres e indigentes que no podrán recuperar sus posesiones destruídas, que no tienen un Estado que los contenga, que no tienen acceso a la salud y la educación, que son ciudadanos excluidos del sistema. Que viven en el tercer mundo.

Viendo las noticias nos enteramos de la ola de violencia que azota a Francia, Bélgica, Holanda y Alemania. Escarbando muy poquito nos enteramos que son masas de jóvenes excluidos de los centros económicos y sociales, de los centros de acceso al primer mundo.

Inmigrantes y descendientes franceses de Magrebíes, Argelinos y Africanos están incendiando Europa, con una rabia que no se veía hace mucho.

El motivo: la exclusión y falta de futuro.

El ejemplo corre como reguero de pólvora y se acoplan incendiando vehículos que ya son 6.060, otros ciudadanos de los mismos barrios se atrincheran en sus lugares de trabajo, colegios, dispensarios, empresas, para no permitir que estos jóvenes los incendien. La policía arresta y reprime, los bomberos intentan hacer su trabajo resistiendo las agresiones de los rebeldes que actúan sin líderes, sin ideología política, sin propuesta de cambio, sólo la rabia.

La rabia es el motor de la protesta, el combustible es el dinero, sigue siendo el dinero. Ausente en las becas escolares, ausente en los empleos para jóvenes que ahora quieren restaurar para calmarlos un poco. Ese dinero de ayuda social fue retirado para aplicarlo a otras cosas que tal vez fueran más rentables.

Eso es el capitalismo, la variable de ajuste de la rentabilidad. Ahora con las llamas en la puerta de casa tenemos que concederle un “poquito” a los “marginales” para calmarlos.

El mundo gasta muchísimo más dinero en seguridad y represión que en solucionar los desniveles económicos que genera la sobreexplotación capitalista.

La solución tiene que ser global y no represiva dice un ministro francés. Tenemos que aprender a ser multiculturales dice otro funcionario de un país que ha sido colonialista y que tuvo la guerra de independencia de Argelia como foco neurálgico de violencia y no aprendió de eso. Por lo pronto hay toque de queda en 300 ciudades francesas, millones de ciudadanos viviendo bajo el signo del miedo (como en el tercer mundo?) por no resolver una sociedad más equitativa.

Alemania, a pesar de las opiniones de Daniel Cohn Bendit, euro diputado y antiguo líder del Mayo Francés, dice que ellos no tendrán los mismos problemas porque las etnias inmigrantes y los ciudadanos alemanes están más mezclados y no existen guetos, “además tenemos una red de contención social que todavía funciona”. Hasta cuando?

Sabemos los problemas que tienen los inmigrantes turcos y de otras nacionalidades para poder asimilarse socialmente en Alemania. Existe un libro muy interesante de un periodista que se hizo pasar por inmigrante turco y trabajó como obrero de la construcción durante un año para registrar ese rechazo y maltrato.

Y mientras tanto la televisión y demás medios de este mundo globalizado que regionalizó las crisis y se aprovechó de los beneficios, nos bombardea con las publicidades de las zapatillas NIKE que miden las pulsaciones, los teléfonos celulares que fotografían y filman, las camionetas 4x4 que nunca pisan fuera del asfalto y los viajes a lugares paradisíacos con hoteles de cinco estrellas custodiados por seguridad privada.

Lamentablemente el mundo se parece cada vez más a la novela “Fuga para una isla en tinieblas” de Christopher Priest, donde oleadas de ciudadanos africanos a raíz de la desvastación de su continente se ven impulsados a emigrar a Inglaterra generando caos y guerra civil. Algo no muy lejano a lo que está pasando en Ceuta y Melilla en España.
Es hora que el grupo del G8 se dé cuenta que no podrán sostener sus economías explotadoras en base a la represión y la guerra, en algún punto no van a tener más balas y si habrá más desarrapados intentando llegar al “paraíso” económico. Inmigrantes que recorren miles de kilómetros y peligros para llegar a un triste y gris suburbio europeo o norteamericano donde tendrán que prostituirse y vender drogas para sobrevivir.

Según Jeffrey Sachs, economista de la Universidad de Columbia, si los países ricos y pobres cumplen con las promesas que hicieron en los últimos años para combatir la pobreza el mundo puede salvar millones de vidas y sacar a cientos de millones de la pobreza más extrema. El costo es de 50 centavos de dólar por cada 100 dólares de ingresos del mundo rico en la próxima década. Otro dato revelador que nos da Sachs es que más de 150.000 niños mueren mensualmente en Africa a causa de la malaria, situación perfectamente controlable y tratable, ya que la dosis de la vacuna sale 1 dólar por persona, pero claro, en Africa es un precio alto, entonces el continente que ha exportado bajo situaciones de colonialismo político y económico minerales, oro y diamantes no puede asumir el costo de 1 dólar por niño enfermo de malaria que muere inevitablemente, sin llegar a tocar el tema de la muerte por hambre y otras contaminaciones.

La solución tampoco es que nos vendan el DVD del Live 8 donde glamorosamente los artistas del “primer mundo” (el que está en llamas) dicen ayudarnos y cobran royalties por la emisión de sus shows, reviven a varios muertos artísticos y posan como niñatos políticamente correctos.

Noam Chomsky lo vaticinó en “La crisis del capitalismo global”.
El cambio tiene que ser inclusivo, hasta entonces estaremos sentados en un barril de pólvora listo para estallar en cualquier momento.

“Sin compasión no hay sabiduría” dijo Buda hace muchos, muchísimos años.

Juan Barbagelata
Paraná, Entre Rios, Argentina.