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En los últimos cinco años, paramilitares de las AUC exterminaron cerca de 1.000 jóvenes en región al sur de Bogotá

Publie le Domingo 4 de diciembre de 2005 par Open-Publishing

Por Carola Mittrany*

28 de noviembre de 2005 - Ciudad Bolívar y Cazuca componen una extensa área de 1 millón de habitantes al sur de Bogotá. Su población es compuesta mayoritariamente por menores de edad y desplazados. Es allí donde escuadrones de extrema derecha han creado un reino de terror, con el asesinato, en los últimos cinco años, de 1.000 jóvenes y el desaparecimiento de 620, “ante la indiferencia y complicidad de las fuerzas del Estado”, denuncia la ONG de derechos humanos Justicia y Paz.

En un documento llamado “Asesinato de jóvenes en Cazuca y Ciudad Bolívar”, la organización denuncia que el control paramilitar es ejercido mediante el terror y advierte que está muy avanzado el proceso de dominio de la sociedad que combina la presencia armada con el control de la comunidad. “Es una situación extremadamente grave y es muy claro en Cazuca y Ciudad Bolívar que son ellos que tienen el poder”.

Pablo Simbaqueva, un joven líder de la región, conoce bien el control que los paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) ejercen en el local y ha sido testigo de algunos crímenes.

“La mayoría de los desparecidos fueron en realidad reclutados a fuerza por las AUC. Los que se niegan a participar son muertos”, cuenta.

Los “Rayas”, como es llamado el escuadrón, son un grupo de limpieza que llega en una camioneta blanca blindada, escoltada por motos de policías. Después que se van, llega un camión oficial que recoge los muertos.

“Algunos son registrados apenas como desaparecidos”, denuncia el líder.

Paramilitarización

Un editorial del diario El Tiempo causó gran malestar en varios sectores gubernamentales y del poder político colombiano por indicar que mientras las fuerzas militares bajo el mando del presidente Álvaro Uribe logran detener miles de supuestos guerrilleros en sus famosas “pescas masivas”, las detenciones de paramilitares en Cazuca y Ciudad Bolívar son contadas en las manos:

“La magnitud del control que han adquirido los grupos paramilitares sobre extensas regiones del país se ha convertido en un fenómeno dramático, con preocupantes implicaciones para el futuro nacional. Las autodefensas exhiben hoy una influencia que no es solo militar sino política, social, y económica. Tan profunda y tan extendida, que para muchos no resulta exagerado hablar de una progresiva paramilitarización de Colombia”.

No es para extrañarse ya que el 35% del congreso colombiano es controlado por los paramilitares, según ellos mismos. “La modalidad de obtener semejante poder es ejercer el terror, erradicar físicamente a toda oposición popular. Pero no ha sido posible sin la participación o la omisión del estado colombiano”, opina el corresponsal sueco Dick Emanuelsson, que vive hace dos años en Colombia y visitó el local.

Para Emanuelsson Bogotá está viviendo el mismo proceso por el cual pasó Medellín en los últimos diez años. “Los ‘reinsertados’ paramilitares y los activos están creando redes y una estructura paramilitar en gran parte de la capital colombiana. Dos de estas localidades son Ciudad Bolívar y Alto de Cazuca, en el sur de Bogotá, anteriormente bastiones de la guerrilla colombiana”, explica.

Joven, mayor víctima

Para la población de estas localidades se ha vuelto normal que los jóvenes con problemas de adicción, indocumentados o por el simple hecho de ser jóvenes sufran abusos y humillaciones, denunció un representante franciscano del barrio en una rueda de prensa convocada por la ONG Justicia y Paz.

“Es normal que a los jóvenes se les golpean en cualquier CAI (puesto de policía), o se les amarren esposados al asta de la bandera nacional expuestos al escarnio publico”, dice el religioso, y agrega: “Casi cada noche es asesinado un joven, porque ser joven es equivalente a ser miliciano, guerrillero o ‘pandillero’”.

Nexo para-estatal

En esta localidad, donde el 90% de la gente pertenecen a los estratos 1 y 2 (extrema pobreza), los paramilitares han declarado toque de queda a las 8 de la noche cuando todo tiene que estar apagado, a pesar de la presencia de dos bases militares recién instaladas.

“Estos barrios necesitan inversiones sociales y sobre todo fuentes de trabajo en vez de presupuesto militar que no genera ni trabajo ni bienestar sino una sociedad de miedo y de terror estatal”, expresa el dirigente franciscano.

El papel de la policía y el ejército en el sur de Bogotá despierta muchas inquietudes. Un informe de la alcaldía de Lucho Garzón revela el nexo para-estatal: donde han llegado las fuerzas militares-policiales han llegado también los paramilitares con un dramático aumento de los homicidios de jóvenes.

De acuerdo al documento en el 2003 fueron asesinados 48 jóvenes, cifras que aumentaron a 63 los tres primeros meses del 2004, y en los tres primeros meses del 2005, bajo la “protección” de las fuerzas armadas, 87 jóvenes fueron ejecutados.

“Todos tenemos miedo de salir a la calle”, dice una madre de 25 años con dos hijos. Para la mujer no hay duda que los asesinos de sus barrios son los paramilitares. “Pueden llegar en cualquier momento y sacarte de la casa y matarte”, dice.

En audiencias públicas ante representantes de derechos humanos de la alcaldía de Garzón, habitantes han denunciado que los paramilitares patrullan abiertamente las calles de Ciudad Bolívar y de Cazuca con el aval de la policía. También hay testigos y testimonios que acusan la policía de ponerse el brazalete de las AUC para salir a asesinar jóvenes.

En Colombia, escribe Emanuelsson, “las tierras de departamentos enteros han sido regadas por la sangre derramada de campesinos, sindicalistas y gente desplazada a manos de los paramilitares”. El desafío ahora es domar al “monstruo” que el Estado alimentó y que se le escapó de control. Colombia tendrá elecciones generales en 2006.

Fuentes: El Tiempo, Radio Nizkor, Agencia de Noticias Nueva Colombia

Para saber más: “Los niños buenos se duermen a las 7h, los malos los mandamos a dormir a las 8h” AUC

* COAV