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La guerra mundial por el petróleo y el gas natural (III)

Publie le Viernes 31 de diciembre de 2004 par Open-Publishing

Por Adán Salgado Andrade*

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Leer la segunda parte

Esto puede no parecer mucho, pero el problema con los pozos petroleros es que al explotárseles, la baja de presión tiende a reducir la producción en un 5%. De hecho, tras un año de bombeo, si un pozo producía, digamos, 100.000 barriles diarios, significará que al final, rendirá solamente 95.000. Así que si Exxon Mobil intentara mantener a flote la producción de petróleo y aumentarla 3%, tendría que buscar otro pozo que, al menos, pudiera rendir 8% de la producción anterior, es decir, 8.000 barriles diarios, para reponer la declinación de 5.000 más otros 3.000, para cumplir los ’compromisos’ con sus accionistas.

Por ello, Exxon-Mobil invierte más de $11.000 millones de dólares anuales para exploración y explotación de nuevos yacimientos petroleros, sobre todo en los países árabes, que se consideran los mayores poseedores de reservas de crudo, incluido Irak, segundo en cantidad, el cual invadido y con un gobierno títere, será el próximo paraíso petrolero para Exxon-Mobil y sus cuatro ’hermanas’.

¿Reservas infladas?

Y el problema de tan fascinantes planes de expansión y creciente industrialización, con la consecuente alza en el consumo petrolero, es que las reservas de crudo últimamente se han estado manipulando e inflando más allá de las verdaderas existencias, las probadas, no las probables. Pero es justamente con las probables o las potenciales, que las agencias y organismos de energía, especialmente estadounidenses, hacen sus cálculos de cuánto petróleo tenemos y cuánto va a durar.

Esto, por supuesto, ha generado problemas para los gigantes petroleros, como Royal Dutch/Shell, la que, basándose en tales reservas potenciales, infló en 20% su capacidad de producción y cuando develó las verdaderas cifras, sus accionistas estuvieron a punto de colapsarse, exigiendo la cabeza del presidente de la compañía, el señor Phil Watts, debido a la consecuente baja de sus respectivos títulos accionarios, porque Shell no cumplió con las ganancias prometidas (otro buen ejemplo de corrupción y fraude contable, del tipo Enron, con la cual, el difunto despacho de contadores Anderson y asociados, confabuló oscuros artilugios para presentarla como una empresa muy rentable).

En cuanto a la cantidad real de crudo que queda, en un foro internacional para analizar la disminución de los mantos petroleros, realizado el año pasado por el Instituto Francés del Petróleo, en París, se estableció que los descubrimientos de nuevas reservas petroleras han declinado desde los años sesenta, a pesar del uso de modernas y costosas tecnologías de introspección y a pesar del voraz, creciente consumo. Hoy día, el mundo utiliza más de tres veces la cantidad de crudo que se puede localizar cada año. Y no es por falta de fondos, pues al menos las grandes petroleras, en conjunto, invierten más de $60.000 millones de dólares al año en exploraciones.

Las reservas probadas montan 1.213 billones de barriles (un billón igual a 1.000.000.000.000), según el Oil & Gas Journal y 1.035 billones de barriles, según el World Oil. Aún tomando la mayor de las cifras, al ritmo de consumo actual, considerando además el aumento anual, de 2 a 3%, no queda petróleo para más de 40 años, aunque los expertos (sobre todo estadounidenses y europeos), digan que hay para ’100 años’.

Y a pesar de que muchos de esos analistas señalan que contamos con plenitud de reservas ’no convencionales’, como el crudo super pesado y la llamada ’tierra aceitosa’ (el chapopote), reservas que se estiman en 3,5 billones de barriles y que están en Venezuela y Canadá, explotarlas, al menos actualmente, sería incosteable. Pero, además, como ya se señaló, el mito del petróleo abundante, otra vez ha desincentivado el desarrollo de energías ’verdes’ y renovables. Y esto, más que una ventaja económica, sería una ventaja ecológica, que, por lo pronto, sale de los alcances del presente análisis.

Armas para el control masivo del crudo

Y con el conocimiento de la disminución de las reservas mundiales en mente, los mayores consumidores de petróleo, entre ellos EU, se han dado a la infame tarea de asegurarse, a como se pueda, el crudo y, por supuesto, el gas natural, sobre todo los de los países árabes. Irak ya es parte del temible complot, invadido y con un gobierno títere, para hacerse de sus reservas petroleras, 112.500 millones de barriles (mdb), además de las de gas natural, de las que posee 112,6 billones de pies cúbicos (bpc).

Irán también se considera estado terrorista, tal vez por sus respetables cantidades de energéticos: 89.700 mdb de crudo y la altísima cifra de 913 bpc de gas natural, la segunda, después de Rusia. Y, por supuesto, Arabia Saudita y los Emiratos Arabes Unidos, aparentemente aliados de occidente. Arabia ocupa el primer lugar en crudo, con reservas de 261.800 mdb, en tanto que de gas natural, tiene 225 bpc. Los Emiratos poseen 97.800 mdb de crudo y 212 bpc de gas natural.

Estos dos países, hasta ahora, todavía se consideran amigos de EU; sin embargo, baste recordar que, muy sospechosamente, los supuestos terroristas que manipularon los avionazos que derribaron las torres gemelas, eran todos saudi árabes, ninguno iraquí o afgano. ¿Será acaso que EU, en su paranoia bélica, tomando cualquier pretexto, esté considerando agregarlos a su lista de países del ’eje del mal’, junto con Irán, Siria y Corea del norte, a los que hay que invadir con el pretexto de combatir al terrorismo para, en realidad, apoderarse de sus energéticos? Quizá por eso, hasta ahora, EU no se haya decidido a invadir a Corea del Norte, a pesar de ser amenaza nuclear, pues ese país no tiene ni gota de petróleo? ¡muy mal negocio!


* Adán Salgado Andrade es economista mexicano y profesor de la UNAM.