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DIRECTO AL CORAZÓN DE LA BUROCRACIA ESTATAL

Publie le Lunes 6 de febrero de 2006 par Open-Publishing

Por Gustavo Rodríguez Cáceres

Se dice que un burócrata del Estado es insensible, esto es cierto cuando se trata de las personas a quienes tiene que servir. Pero, aunque usted no lo crea amable lector, un burócrata estatal también tiene sentimientos e ideales, cuenta con un sentido de vida, tiene algo que lo mueve y conmueve, en una palabra, tiene corazón. Sin embargo, a diferencia del común de la gente, un burócrata tiene todo esto en un solo lugar: en su bolsillo. Sí, justo allí donde golpeó duro el Decreto Supremo Nº 28609 que obliga a la rebaja de sueldos en el sector público.

Si bien el decreto afecta sólo a la elite de la administración pública, el golpe caló hondo en todos los empleados estatales. No era para menos, cuando se trata temas del corazón, sea por amor, salud o, como en este caso, el bolsillo, la cuestión requiere una alta sensibilidad y unidad de cuerpo.

Es cierto que la medida no ha sido estudiada. Ya lo indicaba mi amigo Jaime Duran Chuquimia, en un artículo publicado con anterioridad al decreto y escribiendo desde lo más profundo de su corazón, recomendaba, que antes de rebajar o aumentar sueldos en la administración pública debería valorarse los cargos y asignar una remuneración de acuerdo al trabajo desempeñando; que la persona designada lo haga bien o mal es otro cantar.

¿Cómo valorar un cargo?

Existen dos formas de valorar un cargo. Las mentes más brillantes que han dirigido este país los últimos 25 años, han defendido hasta el hastío, el pensamiento económico neoclásico, según el cual los salarios se establecen en el mercado, dados por el punto de equilibrio entre oferta y demanda de trabajo. No otro es el trasfondo de la libre contratación en el polémico 21060. Sin embargo, nuestros popularmente llamados neoliberales, no han aplicado ese criterio en la administración pública. Por el contrario, como se trataba de repartir pegas y devolver favores, qué mejor que hacerlo con buenos sueldos.

Para mi gusto, es más útil el planteamiento de Marx en torno a los salarios; él sostenía que la Fuerza de Trabajo debía valer lo que se gasta en reconstituirla, es decir, lo que hoy llamamos una canasta familiar. Aquí no debe olvidarse el otro lado de la medalla, que la fuerza de trabajo siempre produce más valor que el que ha costado reproducirla. Sé que estoy extrapolando demasiado el concepto al aplicarlo al sector no productivo, pero simplemente permítanme imaginar que un empleado estatal pueda aportar al Estado y a la sociedad más de lo que recibe de ella. Simplemente una utopía.

Aparte de los criterios mencionados, otra forma de valorar cargos, creo que pecaría de subjetivismo. ¿Qué indicadores se medirían? El significado del puesto para el país, su importancia en la articulación social, económica o institucional. Seguro que el Estado puede gastar, una vez más, ingentes recursos, inventando parámetros para "valorar cargos", pero, desde mi punto de vista serían esfuerzos vanos. No nos engañemos, sabemos que en la administración pública existen los parámetros, pero estos no tienen nada que ver con indicadores de calidad, sino con el partido político, el "cuateo" o, peor, con el tamaño de la minifalda.

Como en el país no existen las condiciones materiales que nos permitan aplicar el criterio marxista, considero que la mejor manera, de valorar los cargos de la administración pública, es el mecanismo del mercado. En este caso, por cuanto dinero se está dispuesto a realizar una tarea de Ministro, Viceministro, Director, Jefe de área, etc. De actuar así con seguridad que habría muchas personas dispuestas a trabajar por mucho menos de lo que actualmente se paga en la administración publica. Para comprobarlo, bastaría una pequeña encuesta a todos aquellos que hoy día están rondando los ministerios.

Evidentemente estoy a favor de la rebaja de sueldos aprobada por el gobierno del Presidente Morales, estoy seguro que la administración del Estado Boliviano puede salirnos más barato. Se necesita gente eficiente y de calidad objetarán algunos, pamplinas, manejar un Estado como el boliviano, que no debe ser más grande que un barrio de Sanghai, no es ninguna ciencia. Además, ¿Cómo puede asumirse que los que aceptan una remuneración menor, necesariamente son ineficientes o incluso corruptos?

"Si no estás en el presupuesto, no existes"

Otra de las razones por las cuales apoyo la medida, es porque el Estado distorsiona el mercado de trabajo (en esta idea estoy en deuda, una vez más, con Jaime Duran), y eso afecta directamente al aparato productivo y al desarrollo de la economía. Dejando de lado los datos estadísticos, permítanme poner un ejemplo de la vida cotidiana.

Los dos últimos años he tenido oportunidad de alternar mi vida laboral entre La Paz y Santa Cruz, lo que me ha permitido observar que en Santa Cruz mis colegas, amigos y conocidos andan preocupados de generar empresas, de producir y exportar. En cambio, mis conocidos en La Paz, invariablemente, están tras una "peguita" en algún ministerio o en la municipalidad, sino tras una consultoría, en fin, todos están tras el Estado y ninguno en ánimos de invertir y correr el riesgo de generar una empresa. Es más, las pocas iniciativas que se encuentran y generan alguna empresa, lo hacen alrededor de prestarle un servicio al Estado.

¿A qué se debe este contraste? Simplemente a la diferencia de sueldos que existe en la administración pública en función a las regiones. Véase el caso del Servicio Nacional del Sistema de Reparto (SENASIR), en esta institución un Administrador Regional sea de Santa Cruz o Cochabamba apenas cobra un sueldo de Bs. 5.500, los de los otros departamentos mucho menos. En cambio en La Paz, un Director de lo que fuera, cuya única diferencia es ostentar ese rotulo que dice "nacional" recibe un emolumento de Bs. 13.000. Con seguridad que esta situación se repite en otras instituciones estatales, pero ese no es el tema aquí.

Claramente se puede deducir del ejemplo, que en Santa Cruz no existe incentivos para asirse del Estado, al contrario que en La Paz, donde el mercado laboral está distorsionado por el gobierno. Siento decirlo, pero La Paz es una ciudad de burócratas, sí de esos a quienes ha afectado directamente el D.S. 28609. No en vano uno de los dichos más populares entre los paceños reza: "si no estás en el presupuesto no existes".

Tengo la esperanza de que esta rebaja de sueldos desaire y desanime a muchos burócratas y estos efectivamente renuncien como han dicho algunos anuncios. Así estos tendrán la oportunidad de aplicar toda su "capacidad" e "inteligencia" en la creación e impulso de iniciativas productivas.

Por último, es cierto que la medida no ha sido estudiada ni se han contratado a consultores que hagan el estudio y nos recomienden cuanto se debía rebajar los salarios. Simplemente ha sido un t’inkaso (aducción sería el sinónimo para la gente que prefiera un término más académico) del Presidente que ha sabido recoger el sentimiento del pueblo. Lo único que recomendaría es que la rebaja de sueldos llegase hasta un nivel 8 y no solamente hasta el 4 como está estipulado en el decreto. Por otro lado y recordando la ley de Malthus, muy utilizada por el pensamiento económico clásico, que decía que cuando un salario está por encima del nivel de subsistencia la población tiende a aumentar y viceversa, recomendaría establecer un "salario de subsistencia" en el sector público, para así siempre contar con la burocracia mínimamente necesaria y no más.