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¿Debemos pensar contra el imperio?

Publie le Sábado 8 de enero de 2005 par Open-Publishing

Alfonso Sastre

Entrevista al dramaturgo español Alfonso Sastre

Por David Javier Medina

Seis de la tarde, una lluvia inusual en Ciudad Bolívar - Venezuela y en el Museo Jesús Soto, la visita menos inusual de un escritor que llega a Guayana dentro del contexto del evento patrocinado por el Ministerio de la Cultura “Encuentro de intelectuales en defensa de la humanidad”.

DM- Durante el evento “Encuentro de intelectuales en defensa de la humanidad” se crearon unas mesas de trabajo y decidieron recorrer el país para observar el proceso político y económico venezolano. Pero su visita hoy obedece a una ponencia, ¿de qué trata la misma?, quisiera que me hablase de su ponencia y las mesas de trabajo.

AS- Nos hemos dividido más de 300 personas creo yo, en un encuentro mundial en el que hemos venido de muchos países, que se han dividido en 10 mesas. Yo estaba en la 5, con temas muy generales relacionados con principios, pero están otros temas más concretos, más prácticos. En la mía habían unos puntos que denunciaban el pensamiento débil, la variedad de las culturas y la unidad de esas culturas, los problemas que eso comporta, reclamar la variedad como cosa positiva, la necesidad de la unidad como cosa positiva en el sentido de que defiende al conjunto de las culturas. De la homogenización, que es un mal, es decir, cuando las culturas varias se homogenizan y se convierten en una sola, como por ejemplo la cultura de los Macdonals, desaparecen los distintivos y eso es un empobrecimiento, el producto de esas relaciones comporta problema, de eso trata la mesa de trabajo.

Mi ponencia se titula ¿Pensar contra el imperio?, como una interrogante, pues el imperio norteamericano ha estado en la base de muchas de nuestras preocupaciones, porque si la humanidad está amenazada, fundamentalmente es por las actividades mundiales del imperio norteamericano en todos los sentidos, desde las agresiones a la naturaleza, a las agresiones a los pueblos. El gran enemigo es el imperio norteamericano para el conjunto de nosotros, no para alguno de nosotros.

Por lo menos eso se ha visto así, y la gente ha venido con la idea de que la humanidad está amenazada por ese riesgo de la operatividad del imperio norteamericano en el terreno de la naturaleza y el terreno de las agresiones a los pueblos. Entonces ¿qué hace un intelectual, ante este problema y de qué manera puede procurar salvar a la humanidad de estos riesgos? Un intelectual en el sentido más estricto sería un filósofo, cuyo hacer es pensar, y cuando se trata de un problema así, tendría que pensar contra el imperio. Pero al plantear esto, me planteaba en mi caso, si lo propio de la filosofía, parte de la ponencia, es plantear la duda, ir contra algo, o tratar de entender las cosas. Si saliera de ese entendimiento que ese objeto contra el que se quisiera ir no fuera nocivo, pues no debería partir contra él. Entonces la filosofía debía plantear si es nocivo o no, y no plantear de antemano ir contra. Esa es la duda que podemos plantear.

Mi tesis, y no pretendo reproducirla en tan corto tiempo, es que hay que pensar contra el imperio, evidentemente, no hay ninguna duda. Pero que teóricamente puede tener inquietud algún filosofo, así muy puro, para decir, yo no estoy para ir contra nadie sino para entender las cosas, sean los resultados que sean.

DM- Aquí en Venezuela, entre las motivaciones del encuentro, entre ellas razones políticas, está la desinformación que hay hacia fuera sobre el proceso que se vive en el país. Y está relacionado con el pensamiento débil, que a su vez está relacionado, con el monopolio de los medios, el monopolio del mensaje, o la homogenización del mensaje, su percepción de lo que ha visto aquí, como pregunta obvia, teniendo entendido que es su primera visita.

AS- He venido a Venezuela un par de veces hace muchos años.

DM- ¿Cómo define este proceso actual?

AS- Es un proceso de creación de pensamiento, no consiste en la reproducción de formas de pensar anteriores, es una forma original de pensar que no se puede encasillar en una forma prevista en otro momento. En ese sentido es un proceso nada post modernista, la cual consiste en no realizar labores de creación de pensamiento nuevo por ejemplo, porque piensas que ya no es posible, y no por otra cosa. Pero la post modernidad parte de la base que todo lo que ya se había tenido que pensar se pensó. Por eso hablan del final de la historia, ya se pensó. Y ahora lo que hay que hacer, es traer a nuestro tiempo de esos elementos ya pensados, los más apropiados para entender el presente y el futuro. En término la actividad creadora desaparece de un horizonte así, si todo ha terminado no puedes hacer nada nuevo.

Lo del pensamiento débil es muy interesante, de hecho tengo un libro que se titula “Manifiesto contra el pensamiento débil”, pues me preocupa ese tema. Ante la aparición del llamado pensamiento único, una serie de pensadores muy honestos, sobre todo italianos en su origen, proclamaron que estamos en una situación de pensar de un modo débil, ¿por qué de un modo débil, por qué se resignan esos pensadores a un pensamiento que ellos mismos definen débil? Y no se avergüenzan de ello, argumentando incluso que no se puede pensar de otra manera, no se puede pensar fuerte, pues en cuanto se piensa fuerte se es dogmático. O sea que la fuente del dogmatismo es un pensamiento que se hizo fuerte sin tener las condiciones para hacerlo, eso sería el dogmatismo que habría endurecido los términos del pensamiento marxista en la Unión Soviética, por ejemplo. El dogmatismo sería el resultado de esta afirmación de fortaleza ante el capitalismo. Es cierto que hubo un movimiento dogmático, entonces cualquier crítica a ese dogmatismo se consideraba como una posición antirrevolucionaria en muchos momentos. Y los dogmáticos decían, en cuanto veían que dentro del marxismo sufrían alguna posición crítica, decían “es usted un revisionista” y con ello te descalificaban.

Ahora ese pensamiento débil surge como producto de una especie de autocrítica por parte de algunos marxistas, renovados de lo que fueron en otros tiempos, de los dogmáticos que fueron en otro tiempo. Fueron entonces tan dogmáticos que ahora no se atreven a ser fuerte, como si no pudiera haber un pensamiento fuerte porque caerían en el dogmatismo, y no quieren caer en el dogmatismo porque ya lo sufrieron. Mi idea es que un pensamiento fuerte es posible sin el riesgo de caer en el dogmatismo y que el pensamiento débil debe ser criticado, y que al pensamiento único no se le puede oponer un pensamiento débil, incluso la palabra unidad, que en este encuentro ha sido pronunciada muchas veces, no es un mal fantasma, es decir, cuando se dice que el pensamiento tiene que ser diverso es muy cierto, pero ello no es incompatible con tipo de unidad, y traigo a colación en el libro que mencioné hace un momento y que reflejo en la ponencia, traigo a colación el pensamiento de un amigo biólogo español, que no era literato, ni era otra cosa más que biólogo de laboratorio. Y que me decía “Alfonso tenemos que reunirnos para tener una unidad de pensamiento”, que no es lo mismo de un pensamiento único. En que consistía que hoy se podría y se debería plantear sin ningún miedo, en un encuentro de las distintas disciplinas intelectuales y artísticas. Un encuentro entre filósofos, científicos y poetas, digámoslo en términos generales, para relacionarnos entre nosotros y llegar a establecer las bases de un pensamiento común, que sería común a todos nosotros, poetas, filósofos y científicos.

DM- Usted habla de pensamiento débil, pero hay comparaciones de lo que sucedió en nuestro país con lo sucedido en otros países latinoamericanos, el Chile de Allende, Nicaragua y otros ejemplos, donde también pudieron estar vigentes esos conceptos en esos momentos, de pensamiento débil contra pensamiento fuerte. Pero usted habla de originalidad en Venezuela, ¿qué ha percibido de original?.

AS- Sí, he iniciado hablando de esto y luego me he desviado un poco. Original en el sentido de que no reproducen los esquemas de lo antiguo, es decir, por ejemplo, el presidente Chávez en un momento determinado habló de la palabra Trosquismo, y esa palabra por parte de los comunistas tradicionales era una mala palabra, es decir, los tronquistas eran lo peor que se podía ser en el mundo, de modo que quienes no eran tronquistas eran anti tronquistas, y quienes eran comunista ortodoxos detestaban a Trosqui y todo su pensamiento. No se podía imaginar a algún marxista convencional hablando bien de Trosqui en algún sentido, eso estaba completamente negado.

Y todo ese pensamiento, tanto ese marxista convencional como otros, entraban en unos esquemas que se reproducían. Cuando se conocía a un pensador, al entablar unas pocas palabras ya sabíamos lo que iba a decir sobre determinados temas, pues estaba reproduciendo un esquema anterior y no podía decir otras cosas predeterminadas. Por ejemplo escuchando al presidente Chávez, no se sabe lo que va a decir, porque no está reproduciendo un pensamiento anterior, sino que está pensando él, y lo que hace falta es pensar cada uno de nosotros y es la única forma de luchar contra el dogmatismo. Y en varios momentos de su discurso, es un pensamiento que nadie lo reproduciría así. Porque al fin de cuentas cada pensador quedaba instalado en una escuela y hasta se podía predecir lo que cada uno iba a decir de cualquier cosa. Mientras que con un pensamiento como este manifestado aquí no ocurre de ese modo. Siempre uno puede ser sorprendido por lo que le dicen, porque no es una reconstrucción de lo que se haya dicho anteriormente. Y en ese sentido decía yo que en este proceso había pensamiento original.

También lo fue el de Fidel Castro en su momento, pero que no fue muy entendido por los comunistas ortodoxos, quienes argumentaban que una revolución no se empezaba de ese modo, sino elevando el nivel de conciencia de las masas, distintos movimientos de masas, los cuales a su vez conducirían a un momento en que tal, y después de ese momento se construiría tal, pero no era normal irse a la Sierra con un grupo de personas armadas y empezar una revolución. Luego Fidel Castro y su grupo eran unas personas muy bien intencionadas, seguramente muy románticas, pero que no iban a llegar a ninguna parte. Así se pensaba. En ese sentido Fidel Castro y su grupo formaron un pensamiento original.

O cuando Vietnam se enfrenta con los Estados Unidos, un pueblo pequeño, desarmado y que además lo derrota, pues hizo una cosa que no había hecho nadie. Pues es muy difícil pensar que Vietnam podría vencer a USA y lo venció. Entonces Ho Chi Min y su grupo de revolucionarios patriotas vietnamitas no contaron con lo que los demás anteriormente habían pensado sobre las necesidades de unas condiciones objetivas tales y cuales, para llegar a tal o cual posibilidad de resistencia. Ellos consideraron que era justa su posesión patriótica y rompieron los esquemas que hubieran determinado que esa batalla vietnamita llegará a la derrota, y no llegó a la derrota, eso fue u pensamiento original. Pues en esa línea de pensamientos originales, incluyo yo lo que está ocurriendo en este país.

DM- Me atrevería a citar antecedentes de este proceso, por ejemplo el Caracazo, cuando se rompe con el bipartidismo político, y ese diagnóstico acertado en la teoría de Caldera cuando rompe la vitrina de la democracia, al ser el primero en decir públicamente que una democracia con hambre no puede ser democracia, y es con Chávez cuando se empieza a ir del pensamiento, a la palabra y a la acción. El discurso de Caldera le sirvió para llegar a la presidencia, pero todo continuó igual. Es con Chávez en el buen sentido de la palabra que se comienza a inventar, de hecho él cita mucho a Simón Rodríguez, cuando dice “Inventamos o erramos”

AS- Lo ha citado varias veces estos días, eso es cierto.

DM- ¿Entonces esa originalidad parte del estar llevando el pensamiento a la acción?

AS- A la acción evidentemente, el criterio de ese pensamiento es la acción. Y por tanto nunca descansa, nunca reposa en pensamientos anteriormente elaborados, por eso es original y efectivo.

DM- ¿Ahora en este encuentro de intelectuales, cómo llevar ese pensamiento a la acción?

AS- Los intelectuales y los artistas somos muy poco activos en el orden político, y cuando somos algo activos, no somos generalmente muy acertados, pero habría que educarse en esa línea de una mayor efectividad de nuestras ideas y pensamientos. Lo que veo es que nosotros en donde hemos brillado generalmente un poco, no digo mucho, Carlos Marx, era un intelectual, tendríamos que cuidar más de nuestra práctica y en ese sentido tendríamos algo más de lo que hasta ahora hemos hecho generalmente. Una cosa que hemos hecho y que no está mal, es el tener posiciones críticas ante situaciones muy injustas, eso sí lo hemos hecho, y a veces con algún efecto. Durante el franquismo habían casos de torturas policíacas y un grupo de escritores y artistas nos reuníamos, surgían ese tipo de documentos que luego se dieron muchos de... “nosotros los abajo firmantes ante una situación grave que se está produciendo en Asturias por ejemplo o donde se están realizando malos tratos y torturas, declaramos que... es injusto o que hay que investigar” y ser abajo firmante ha sido una de nuestras actividades.

También hemos hecho un escrito colectivo, ha salido de aquí, pero muy diferente, un escrito colectivo definido como “Llamamiento de Caracas”, que hemos firmado el conjunto de los participantes de este encuentro, en este sentido formalmente es lo mismo, no hay ninguna diferencia entre un papel de aquellos que hacíamos y este papel. Pero este documento ha salido con esa vocación, de proyectarse en hechos prácticos y objetivos, que cuando se termine la reunión no se acabe lo que ha ocurrido aquí, continúe la acción. Dejaremos de escribir, pero continuarán formas de acción y hay planes muy concretos de acción. En ese sentido significa una inflexión cualitativa con relación de los documentos que hemos tratado aquí. Muchos colegas han dicho que siempre nos reunimos, proclamamos nuestro deseo de que ocurriera tal y cual cosa y luego nos vamos y no se hace nada. Y esta vez querían que esa experiencia no se repitiera, y hay algunas medidas prácticas para hacer un plan de información latinoamericana, de todo lo que no se informa por las agencias de noticias del sistema. Todo lo que no se informa convertirlo en materia primordial de información de esta red, o agencia, o red de redes, valga una serie de tecnicismos, pero va la cosa adelante.

El presidente nos dijo recientemente que había obtenido un premio internacional, de 250 mil dólares, que le sorprendieron, y los tenía guardado en una caja sin saber que hacer con ellos y que ahora los ponía a disposición de este proyecto, de modo que ya tenemos 250 mil dólares que no es poco para empezar.

DM- El hecho de tener conciencia de que antes solo se hacían documentos, ya es acción, el hecho de visitar todas las regiones del país, ya es acción, Pero hay un mensaje o pensamiento que viene de intelectuales como Saramago, James Petras, Chomsky, y que en el buen sentido del pesimismo, porque tienen una visión mucho más global, ellos señalan que no es suficiente, y mientras más información, más pesimismo, por esa relación de comprender como funciona el imperio y comprender de dónde proviene su fuerza, hace que seamos más pesimista, más comprensión, más pesimismo.

AS- Eso siempre se ha dicho, que un optimista es un pesimista mal informado, en cuanto uno se informa deja de ser optimista, el análisis objetivo de la realidad conduce al pesimismo. No necesariamente tiene que ser así. Lo que no hay que partir es de la base de maquillar la realidad, para que resulte vivible, y uno pueda andar por la vida con un optimismo ficticio. Hay que partir de la base de ver las cosas como son y luego tener ánimos para oponerse a las cosas como son. Porque muchas veces al decir las cosas son así, está bien, y luego pasan a la resignación de ¡así son las cosas!, es muy distinto. Las cosas son así y tendrían que ser de otra manera. Pues qué vas hacer. En ese sentido, un concepto prácticamente desaparecido, como es utopía, parece que está renaciendo. Otra vez volvemos a decir que otro mundo es posible, una noción perdida y olvidado, que no es nueva, no se ha inventando, pues ya en el siglo XIX se vino creyendo que otro mundo era posible. La línea de los socialistas utópicos partían de esa base, de que lo que parecía imposible podía ser posibilitado. Pero esa noción, después de la caída del socialismo real quedó como arrumbada, es decir, ya no es posible. Hemos creído que era posible. El proceso socialista ha terminado muy mal, el edificio que se construyó se hizo mal, se ha caído, y como ya se ha hecho no se puede intentar otra vez, que vamos hacer.

Ese pesimismo que se produjo en tanta gente después de la caída del socialismo real y de que el sistema capitalista quedara en entera libertad para hacer lo que quisiera, porque la Unión Soviética y sus países amigos podían tener muchos vicios y problemas que no nos gustaban nada, pero efectivamente actuaban como una barrera contra los desmanes del imperialismo. Al desaparecer esa barrera, pues la globalización, el concepto capitalista de la globalización nos dejó nocaut. Ahora de nuevo, sobre todo a partir de estas reuniones que hay, la tesis otra vez con fuerza de que otro mundo es posible.

DM- Hay movimientos paralelos en el mundo con similares motivaciones, por ejemplo aquí, como periodista percibo el cambio por hechos muy concretos, como la Ley de Tierras, las otras 49 leyes aprobadas en la Asamblea Nacional, el incremento de las regalías a empresas petroleras transnacionales, toda la reestructuración de la industria petrolera nacional PDVSA, la Constitución, responden hechos concretos de un movimiento que va avanzando. Pero existían otras ilusiones con otros movimientos que en hechos no se han concretado, por ejemplo en Brasil, el movimiento de los Sin Tierra ha quedado estancado porque el gobierno no ha ido más allá, en Ecuador el gobierno mantiene bases militares norteamericanas y repite formulas económicas que han fracasado. Por otro lado el problema financiero de una especie de parlamento virtual como lo define Noam Chomsky, de quienes dominan financieramente el mundo, hacen que en Brasil no avance mucho en una corriente liberadora...

AS- Lo cual produce pesimismo en algunos observadores, incluso el mismo Petras, que es muy pesimista sobre el proceso brasileño.

DM- Incluso España, pues sorprendió mucho la victoria de Zapatero.

AS- A él le sorprendió también.

DM- ¿Ha visto usted movimientos similares al venezolano en otras latitudes del mundo?

AS- Parece que se están produciendo esos movimientos, en ese sentido hay distintas formas de decir lo que está pasando, de ver lo que está pasando. Yo estoy tratando de ver desde una línea optimista. Decir que están pasando cosas importantes en el mundo, hasta quienes dicen que no es tan así, sino que es un momento un poco más abierto pero que todavía no estamos en una línea en la que se pueda cantar victoria, de que empezamos otro proceso de construcción de un mundo nuevo. Eso vamos a verlo. Yo no soy un técnico de política, no soy más que un escritor de ficción.

DM- Quizás es bueno decir que está pasando algo, aunque no esté pasando, a ver qué pasa.

AS - Bueno también es posible, pero no. Yo prefiero que se diga lo que está pasando tal como está pasando, aunque sea muy malo. Como generalmente lo es. Lo que pasa es que el imperialismo ha llegado a tales extremos de monstruosidad. Y la historia del imperialismo es la historia de una monstruosidad, pero que en los últimos años es terrible, han perdido toda vergüenza, han adquirido un cinismo atroz y se permiten destruir lo que quieran. Lo han hecho siempre, si uno mira atrás ¿cuándo no lo han hecho?. Estaba pensando en Irak, y cuantas veces no han hecho un horror semejante al de Irak. Las bombas atómicas en Hiroshima y Nagazaki, el bombardeo de Vernica, todas esas poblaciones enteras bombardeadas. No es una novedad, no podemos decir que está comenzando un horror nuevo. Es otra fase de horror, quizás más desvergonzado, con las manos más libres para hacer lo que quieran, puesto que no tienen esa barrera que antes mencionaba. De tal manera que solo se puede confiar, y alguien ya lo dijo hace algún tiempo, en que el nuevo sujeto revolucionario es la gente de la calle. No hay que esperar nada de las urnas, sino de lo que en la calle suceda. Yo lo que sí veo, es que algo de ebullición hay. No quiero pasar de ahí a problemas enormes, pero que hay ebullición en la calle y que eso no tiene porque no terminar bien o objetivarse ya con fuerza es evidente.

Y el hecho de que se salvara de aquel derrumbe, aquella caída, entonces pudo haber caído Cuba también. Si hubiera formado parte de aquel sistema, parte mecánica, como lo formaban algunas repúblicas democráticas del Este, pues hubiera caído Cuba también. Por eso es que si Cuba no ha caído, y está todavía, indica que sí era un proceso original, propio y fuerte. El hecho de que Venezuela haya iniciado un proceso original, que no es de ninguna manera idéntico al cubano.

Es también muy positivo el hecho de que esos dos sistemas se hermanen en muchos aspectos. Una de las cosas más bellas que hemos visto es la colaboración de los amigos cubanos con el proceso a través de las misiones. Es una cosa maravillosa y muy humana. Que hacen que uno se sienta satisfecho porque siente que algo está pasando. Sin embargo, cuando yo fui al Chile, de Salvador Allende, al poco tiempo del triunfo de la Unidad Popular, allí estaba pasando algo interesante. Nos invitaron a una operación que se llamó “Operación Verdad”. La Unidad Popular quería mostrar a algunos escritores y artistas europeos invitándolos a Chile, lo que estaba pasando y así pudiéramos desmentir la propaganda enemiga, algo semejante. Fuimos y algunos de nuestros amigos lo definimos como estupendo, incluso mejor que Cuba porque no había hecho falta una guerrilla, no hizo falta emplear las armas para ocupar el poder, era una revolución en un marco democrático, Esto es lo más deseable, que no haya que dar un tiro. Y sin embargo, algo se notaba ahí, yo no percibo las cosas con mucha sensibilidad, pero yo noté el riesgo de que ese proceso se interrumpiera. Volví a España con esa inquietud y escribí un artículo que no me publicaron entonces, en el que citando a un artista escribí “Negras tormentas agitan los aires”. Yo había visto a Víctor Jara cantando acompañado de tres jefes militares y percibí los rostros de aquellos militares mientras Víctor estaba cantando. Y sentí que estaba amenazado, luego le dije a los amigos de la Unidad Popular qué hacían los militares ahí, y respondieron que los estaban haciendo participar en sus actos culturales, justamente para que se sientan cómodos con ellos, y al poco tiempo estalló el golpe en Chile.

DM- En aquel momento muchas cosas no se comprendían, el poder de los medios, lo que estaba detrás de esos medios, la guerra de baja intensidad que hacen a través de la CIA, pero ahora hay más conciencia. Por lo menos se comprende lo que pasó con Allende en muchos factores. Pero aún así ¿cómo comprender el imperio y el funcionamiento de su sistema, habiendo áreas que son tabúes? Por ejemplo la influencia del sionismo israelí en la política exterior de Estados Unidos, que no se divulga, no se aborda, no se asume de frente. Y uno lo comprueba en esa lucha electoral vacía entre Kerry y Buhs, donde nadie estaba cuestionando nada, de fondo. Por otro lado cuando poco se habla del problema financiero que la gente no lo percibe. Tardaron años en comprender el neoliberalismo y cómo afectaba al pueblo, pero hay otras áreas que le dan vida al imperio en su maquinaria destructora que uno no lo ve en las discusiones. Incluso hay una corriente revisionista del sionismo israelí, la historia, lo que fue la II Guerra Mundial, que también son descalificados, como la tesis de Roger de Garaudy (“Los mitos fundacionales de la política israelí”). Eso nos permite comprender el imperio, fortalecer ese pensamiento para enfrentar ese pensamiento.

AS- Eso forma parte de la efervescencia que le explicaba, de las cosas que se están moviendo, donde lo más desesperante es cuando para el día es una reproducción del día anterior. Ahora se están moviendo cosas en ese sentido. La relación de USA e Israel es una cosa muy compleja que a mí se me escapa técnicamente, no sé cómo es, pues a veces no sé bien si hay una dependencia de Israel con USA o viceversa, hay como un círculo vicioso. A veces parece que a Estados Unidos algunas acciones demasiado brutales de Israel le parecen incómodas en la medida en que deben hacérselas digerir al mundo y no es fácil hacerlo. Ellos están acostumbrados a hacer digerir mostrosidades semejantes, pero en todo caso hay un punto duro del sistema. Lo que pasa es que el sistema norteamericano según los especialistas está en un momento de crisis muy profunda, desde el punto de vista económico y desde todos los puntos de vista. Que voces optimistas siempre estamos, la dialéctica del pesimismo y optimismo. Voces optimistas dicen que ha empezado el principio del fin del imperio norteamericano. Así como todos los imperios del pasado tuvieron su fin a través de un proceso en el que estuvieron destruyéndose y degradándose, y que ahora estaríamos en ese momento histórico con relación a este imperio.

DM- Conversando con el periodista argentino Fernando Bossi, me comentaba que él no creía en el fin del imperio, pues no era problema de los pueblos latinoamericanos, si llegaba a su fin o no, pues había que hacer lo que se tenía que hacer. De Roma también se dijo en su momento que llegaba el fin de su imperio y duró 200 años más.

AS- Seguramente es una opinión justa y acertada. Que no hay que esperar ver pasar el cadáver del enemigo, el Che o alguien más dijo algo así, que no es un revolucionario aquel que se sienta en su puerta a ver si pasa el cadáver del enemigo.

DM- El caos financiero de Estados Unidos es de vieja data, se comienza a percibir pobreza, movimientos que se están dando en esa nación. Y el anuncio de la famosa implosión que se dará en ese país, pero cuando uno ve que gana Bush, uno piensa que está lejos.

AS- Sí también pienso que está lejos, por otro lado como yo no tenía ninguna esperanza de que ocurriera algo positivo en el caso de que ganara Kerry, pues ninguno de los dos encierra un mensaje que pueda ser relativamente positivo en algún aspecto. Lo que sí es especialmente negativo es que de ganar cualquiera de los dos, siempre resultaría horrible. Esa es una razón para el pesimismo.

DM- Para terminar, porque debe asistir a su ponencia y saliéndonos del tema. Usted es dramaturgo y me llamó la atención en una entrevista, que usted habla de la vocación, de vivir de la palabra, vivir satisfactoriamente y sin lujos del oficio de escribir. Quisiera que me hablase de su motivación, de su obra y cómo vivir de escribir.

AS- Yo tuve una vocación literaria muy temprana. A los 14 años estaba escribiendo poemas y a los 15 escribí la primera obra dramática que ya estrené. De modo que es una carrera que empieza muy pronto. Como siempre existe el problema de que hay que plantearse el problema de vivir, pues yo tendría que vivir de esta vocación. Afirmé esto con bastante audacia ante mi familia, que no creía en tal cosa, y he realizado ese objetivo. Yo nunca he tenido ningún empleo, ningún salario fijo, en ningún aspecto y nunca he muerto, así que algo de acertado habría en mi posición.

Ahora bien, en un principio podría ser una vocación que tendría un contenido, así como un tanto de exhibición. El teatro tiene ese componente narcisista y quizás a esas edades tempranas ese componente narcisista sería grande. Nos gustaba hacer teatro porque nos ponía en un lugar donde éramos visibles. Lo que sé, es que pocos años después, 22 o 23, creí descubrir las virtualidades políticas del teatro. Yo decía que con esto que tenemos en mano, además de divertirnos y mostrarnos de manera narcisista, se pueden mostrar otras cosas en la sociedad. El teatro puede servir como un elemento de un cambio social. Descubrí eso y me dediqué intensamente a provocar esa situación de hacer un teatro de carácter político. Fue cuando empezó mi confrontación con el mundo social en el que vivía como joven. Y ello me fue reafirmando en el acierto de aquella vocación. Me gustaba hacerlo, todas las dificultadas que se presentaban me resultaban divertidas incluso superarlas, y nunca me arrepentí. Y por otro lado tenemos derecho, pues somos trabajadores del sector servicio, no somos otra cosa especial. Tenemos derecho los trabajadores de vivir de nuestro trabajo y eso intentamos hacer, aunque no es fácil.


Fuente : Rebelión