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Guerra al imperio

Publie le Domingo 6 de febrero de 2005 par Open-Publishing

Por Freddy Lepage

La intensidad de la crisis generada por el conflicto colombo-venezolano llegó a niveles máximos la semana pasada, tanto por las declaraciones de ambos presidentes, como por la tercería de Washington en la disputa. Sin embargo, por la debilidad de la posición del gobierno venezolano y de acuerdo a las condiciones objetivas, de ante mano, se presumía que todo terminaría en un acuerdo “satisfactorio” para ambas partes -casi siempre terminan así los impasses diplomáticos-, y la sangre no llegaría al río. Así este episodio podría ser considerado como uno más, en las accidentadas relaciones con el país vecino.

No obstante leímos en la prensa las reiteraciones del general López Hidalgo (Secretario General del Consejo de Defensa de la Nación), en el sentido de acusar a los Estados Unidos de intervenir en los asuntos internos de Venezuela, a través del Plan Colombia (que por cierto, en su segunda fase se denomina Plan Patriota) y, por lo tanto, esto constituye una amenaza a la soberanía nacional -pasando por alto que, es la neutralidad y permisividad del gobierno venezolano ante la guerrilla colombiana, lo que nos involucra, directamente, en el problema-. Por ello, este general plantea la preparación del pueblo para enfrentar la invasión del imperio. Para reforzar su tesis, López Hidalgo, profundiza en el tema señalando su conocimiento de que, en los juegos de guerra de la OTAN, se ha considerado la invasión de Venezuela por los Estados Unidos.

Todo este tinglado se relaciona con los planteamientos de Ignacio Ramonet (el mismo que llamó a Chávez el nuevo “Libertador” en el Foro Social Mundial de Porto Alegre), Hanz Dieterich, James Petras y Marta Harnecker -comprometidos con el proceso bolivariano y su lucha contra el capitalismo- sobre el inminente peligro de que Estados Unidos acabe violentamente con la “revolución”, y claman por un frente de contención latinoamericano integrado por Venezuela, Brasil, Argentina y, por supuesto, Cuba, para enfrentarlo.

La verdadera guerra es contra la pobreza, el desempleo, la exclusión, el derroche y la galopante corrupción, que carcome las bases de un régimen que, tiene a la mayoría de los venezolanos viviendo en condiciones de precariedad extrema. El pueblo no come con proclamas antiimperialistas y, mucho menos, con los gastos militares en armamento, que ha palnteado el gobierno (la adquisición de nuevos aviones brasileños Tucanos y de radares; así como la adquisición de aviones Mig-29 y helicópteros rusos MI-35, y el fusil de asalto Kalashnikov Ak-47, junto con lanzacohetes y lanzagranadas, utilizados, por cierto, en Irak).

Mientras tanto el país sigue sumido en el caos y en la más grande crisis económica, política y social -contenida en su justa crudeza por los altos precios del petróleo-; y, los espacios democráticos se reducen de manera sostenida, por el control férreo y autoritario que Chávez tiene de todas las instituciones.

Sin embargo, el episodio Granda ha servido para que, buena parte de la comunidad internacional, vuelva sus ojos hacia el gobierno de Chávez, la “revolución” bolivariana, y su relación con las FARC y los movimientos de insurgentes en América Latina. Se comienza a comprender que la estabilidad de la región está en peligro, alimentada por razones ideológicas.


Fuente: analitica.com