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El sistema educativo venezolano: ¿para que forma?

Publie le Jueves 10 de febrero de 2005 par Open-Publishing

El proceso urge de una revolucion cultural

Por Martín Guédez

La educación debe formar para la vida. La educación burguesa forma para la vida a su aire, con sus modos y de acuerdo a sus necesidades. El sistema educativo venezolano es brutal y groseramente burgués. Mientras lo medular del sistema educativo continúe respondiendo a los valores propios del sistema capitalista: competitividad, individualismo, logros personales, etc., difícilmente alcanzaremos el objetivo de tener hombres solidarios y comprometidos con objetivos sociales. Mientras lo social no sea lo preeminente sino lo individual jamás alcanzaremos siquiera rozar al hombre nuevo.

Nuestro sistema educativo está diseñado, en el mejor de los casos, de acuerdo con la reflexión que al respecto hicieron los padres de la revolución burguesa en su momento, es decir, que en el más avanzado de los conceptos, la razón pensante, cultivada en cada miembro de la sociedad por sí misma sería suficiente para superar la situación inhumana que producía la formación social feudalista.

Es claro que, aunque insuficiente, como demostraremos en una serie de trabajos que iremos compartiendo con ustedes, este fin en sí mismo es inalcanzable porque la educación se desarrolla en estrecha relación con las necesidades e intereses concretos de la sociedad en la que existe, con sus asimetrías, su actividad y sus formas de producción y no en relación con los conceptos ideales de aquello que los individuos desean.

Es decir, la educación reproduce en su seno los esquemas de dominación se dan en la sociedad en su conjunto. Así, no sólo en sus contenidos sino qué, peor aún, en su estructura y formas de acceso, unos son formados para dirigir y otros para ser dirigidos, unos para explotar y otros para ser explotados. Reconocer la articulación dialéctica entre educación y sociedad es fundamental para desenmascarar el carácter clasista del sistema educativo venezolano.

Este carácter se manifiesta claramente en las graves contradicciones que se producen en relación a la calidad y cantidad de la enseñanza que se ofrece a las diferentes clases en que se estratifica la sociedad venezolana. De allí que existan escuelas de ’primera’ para servir a los seleccionados para dirigir y administrar la sociedad y que las universidades más prestigiosas tengan sus puertas abiertas para recibirles, y que al contrario, existan las escuelas públicas o de ’segunda’ en las cuales son formados los hijos de los pobres, con límites en cuanto a su continuidad en el ámbito de los estudios superiores.

Añádase a esta aberración la filosofía burguesa inoculada a través de los diversos programas académicos incluyendo el espíritu de aula basado en la competencia, la búsqueda del logro personal, la formación como palanca para el escalamiento económico y social, y peor aún, el desprecio por la memoria colectiva, la formación humanista, la identidad nacional y una suerte de amnesia inducida y tenemos una fábrica productora de monstruos deshumanizados y egoístas.

No será suficiente el esfuerzo que el gobierno revolucionario haga por llevar la educación hasta todos los venezolanos, de suyo un esfuerzo heroico, si no se cambia radicalmente la filosofía intrínseca del sistema. No es suficiente la enseñanza politécnica para todos, es necesaria la formación moral y estética para una nueva sociedad.

La moral es histórica dado que se expresa y exterioriza en la práctica social. Se manifiesta en un conjunto de principios y normas de la conducta humana. Si nuestros niños son formados bajo el dominio de las contradicciones de clases, la moral será inevitablemente clasista. No debe extrañarnos entonces que, en muchísimos casos, los pobres que acceden a posiciones de privilegio económico y social sean tan o más crueles que los vástagos de la burguesía en el tratamiento con los más débiles.

A lo más que podríamos llegar por esta vía, por cierto una utopía muy fea, sería a la formación de una sociedad de egoístas acomodados, pero jamás a la utopía bonita de una sociedad de hombres justos, solidarios, comprometidos con los valores humanos, generosos, amables, con capacidad para distinguir entre lo bello y lo feo, lo elevado y lo bajo.

Me atrevo a proponer un debate sobre un tema que entre nosotros fue muy satanizado en su momento por los medios de propaganda y desinformación del sistema capitalista: LA REVOLUCION CULTURAL. Necesitamos emprender sin demora una Revolución Cultural que modifique hasta el tuétano su ámbito más privilegiado: EL SISTEMA EDUCATIVO.