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NO A LA CONSTITUCIÓN EUROPEA porque no existe un “sí” posible

Publie le Miércoles 16 de febrero de 2005 par Open-Publishing

NO A LA CONSTITUCIÓN EUROPEA

porque no existe un “sí” posible

El
Movimiento Anti-imperialista llama al proletariado del Estado español a
votar, y a votar NO a la Constitución y a la construcción europea.
Decidimos hacer una excepción en nuestro tradicional posicionamiento de
boicot ante cualquier tipo de participación en el sistema a la que nos invita el Estado y explicamos seguidamente las razones de peso que hacen especial a este Referéndum.

La situación concreta desde la óptica internacional

La idea de la Unión Europea está
estrechamente vinculada desde sus orígenes a los intereses del capital
financiero europeo. La alianza europea de este capitalismo, que culmina
legalmente en la propuesta de texto constitucional, es la base social
sobre la que se asienta el proyecto imperialista de los monopolios para
explotar en mejores condiciones al proletariado internacional, no sólo
al europeo, y poder competir, como centro de hegemonía, con el polo
imperialista dominante (EE.UU.) por el reparto del mundo. Todos los
partidos del arco parlamentario pregonan, en cambio, el supuesto
interés general que se traduciría de esta Constitución incitándonos a
votar, y a votar sobre todo afirmativamente, para obtener así el
respaldo “popular” que sirva de coartada para la alimentación de la
dinámica de colisión interimperialista.

Este
europeísmo, nacido con la Europa surgida de las cenizas de la Segunda
Guerra Mundial, lo hacía supuestamente en nombre de la paz y para
evitar la solución bélica de los conflictos. Sin embargo, esto no ha
sido más que propaganda - de la que unos han participado ingenuamente y
otros con todo el cinismo - . Desde la descolonización, que las
metropolis trataron de impedir o retrasar, hasta la guerra de
Yugoslavia, incitada directamente por las potencias europeas,
especialmente Alemania, y las últimas presiones sobre Ucrania, que por
desgajarla de la influencia directa de Rusia ha estado a punto de
llevarla al enfrentamiento civil, Europa ha demostrado una y otra vez
el verdadero rostro de su política internacional, llegando incluso a
provocar la intervención militar directa contra la población civil en
el propio continente.

Por el contrario,
Lenin enseñó que, ante las contradicciones imperialistas, la política
del proletariado no es la de apoyar a la potencia más débil contra la
más fuerte, como medida de compensación. Lo estratégicamente correcto
es denunciar los planes de guerra de la burguesía en su conjunto para
frenarlos, y en caso de que se inicien, transformar la guerra
imperialista en guerra civil, en revolución, opción para la cual hay
que prepararse seriamente, si se pretende seguir el camino
revolucionario ante esta posible eventualidad.

Sin
embargo, el sector mayoritario del movimiento de resistencia,
incluyendo en él a gran número de organizaciones que se reclaman del
comunismo, pregona como estrategia la alianza con sectores de las
burguesías nacionales europeas para confluir en un frente
antiimperialista que denuncie al imperialismo “más peligroso” (porque
de alianza se trata cuando se omiten las referencias al imperialismo
propio mientras se denosta al de enfrente). Esta estrategia supone la
renuncia, de hecho, a la revolución pues subordina la política del
proletariado a la alianza con un sector de la burguesía que en ningún
caso quiere un enfrentamiento con el imperialismo dominante, ya que no
está en condiciones para ello. Tan sólo rehuye la colaboración bajo su
dominio y espera el mejor momento para intervenir, que será cuando su
conformación como sólido polo imperialista esté alcanzado. La
aprobación de la Constitución como cohesionadora de la Europa unida es
un paso más en ese camino. Y esto entraña el verdadero peligro de
guerra mundial, la aparición de un nuevo centro imperialista que le
dispute el poder al actualmente hegemónico. Hemos podido comprobar este
comportamiento de las burguesías europeas con respecto a la invasión de
Irak, donde han mirado hacia otro lado sin intervenir ni presionar en
ningún momento para frenar la intervención y el expolio del país,
apoyando finalmente la farsa electoral democratizadora y la solución occidental aceptando
el juego marcado por los EE.UU. con el que coinciden fundamentalmente.
El gobierno del PSOE ha dado así un giro de 360º en la política
exterior del Estado, pasando del apoyo a un proyecto imperialista
consolidado a otro proyecto imperialista emergente, el europeo. La
táctica empleada ha sido la retirada de las tropas españolas en Irak,
sacando con ello de las calles a las masas comprometidas para, acto
seguido, aumentar los efectivos militares en Afganistán. Incluso ahora
se baraja la idea de volver al nuevo Irak.
La alineación de Zapatero con el eje franco-alemán supone un cambio de
posición respecto al PP, un cambio en que se escoge con quién hacer la
guerra.

Existe, pues, un real contexto
de confusión que se extiende entre las masas a la hora de utilizar unas
veces como táctica u otras como estrategia la denuncia del imperialismo
“más belicoso” - que lo es porque está en continua ofensiva, llevando
la iniciativa, entre otras razones, para impedir que le dé alcance el
europeo - , o el aprovechamiento de las contradicciones
interimperialistas. Los oportunistas de toda condición transforman
generalmente esta táctica en su estrategia pues, en la situación en la
que se encuentra el movimiento revolucionario, de debilidad absoluta
(sin orientación revolucionaria, desorganizado, sin dirección central),
renuncian a buscar solución a los problemas que tiene planteados la
Revolución Proletaria Mundial, y se arriman, en alianza dependiente, al
imperialismo “menos malo”. Esto implica la liquidación efectiva de todo
rebrote revolucionario, pues divide y reagrupa los destacamentos de
lucha resistencial bajo distintas burguesías según sea la situación en
que se encuentra cada país o zona del planeta. Por ejemplo, en el
África controlada por los franceses, el enemigo es Europa; en el mundo
árabe, las masas se alinean detrás del integrismo religioso
representante de sectores considerables de burguesía nacional.

Por
otro lado, la vanguardia marxista-leninista que sigue empeñada en
reabrir el camino de ofensiva de la Revolución Proletaria Mundial no
puede supeditar estratégicamente el éxito de la lucha en uno de los
eslabones débiles de la cadena imperialista al enfrentamiento
interimperialista, única vía - aquella - para la reconstitución del
movimiento comunista internacional. Eslabones débiles que sólo podrán
romperse en la medida en que sea cumplida la tarea previa de
Reconstitución ideológica y política del comunismo. Es necesaria la
presión desde las entrañas del imperio, sino el imperialismo se siente
fuerte para intervenir directamente contra el peligro revolucionario utilizando métodos expeditivos por encima incluso de la legalidad democrática .
Este es el caso de experiencias recientes como el golpe de Estado de
Fujimori en Perú o la análoga situación que se está produciendo hoy día
en Nepal. Estas situaciones, en las que el proletariado se encuentra a
la ofensiva pero aislado, requieren, ante la ausencia de movimiento
comunista internacional que respalde dicha acción, sólo la utilización
táctica de las contradicciones en el seno de la clase dominante de cada
país para impedir la utilización de los métodos de exterminio contra el
movimiento revolucionario. La ausencia de movimiento comunista
internacional y la esperanza en que las fracturas interimperialistas,
en el actual mundo unipolar, sirvan de contención de la vía cruenta
contra cualquier ofensiva del proletariado, se ha demostrado en la
actual situación, como bloqueadora de la salida al proceso en sentido
favorable a la revolución y permite preparar el terreno a la
intervención extranjera indirecta (golpes de Estado) o directamente
como es de temer en Nepal.

Así pues,
hablar de Europa de los ciudadanos, de los pueblos, social o de los
trabajadores es puro divertimento, que amplía el mercado de variaciones
con repetición sobre un mismo tema. Todas estas “alternativas” suponen
en esencia la misma lógica imperialista eurocentrista, estando cada una
de ellas patrocinada por clases, fracciones de clases o sectores
sociales (pequeña burguesía, aristocracia obrera, sectores de la
burguesía media, burguesías nacionales...) que ambicionan participar
del reparto del pastel político y económico del nuevo poder imperial en
constitución. Se trata de proyectos que proponen una ampliación en
determinada dirección, según se trate, de la base social sobre la que
sostener un mismo plan imperialista hegemonizado siempre por el capital
monopolista. Es por esto por lo que no existe un “sí” posible.

La
única y verdadera vía de emancipación de la humanidad pasa por la
vertebración internacional del campo revolucionario desde las bases de
apoyo de la Revolución Proletaria Mundial en la medida en que vayan
liberándose como eslabones débiles de la cadena imperialista. A estas
alturas es un despropósito que sólo puede llevar a mofa por parte del
proletariado de los planteamientos revolucionarios cuando algún grupo
se atreve aún a proponer como única salida la Unión de Republicas Socialistas de Europa .
Por consiguiente, la estrategia correcta pasa por la denuncia de todo
imperialismo, de su carácter belicoso y concurrencial, de la necesidad
de su debilitamiento y de la necesidad de su sustitución por la
federación de pueblos libres de su yugo.

La situación concreta desde la óptica interna del Estado español

Si
sólo nos quedásemos en el análisis del aspecto internacional, que es lo
que hacen muchos grupos partidarios del NO y de la abstención,
estaríamos omitiendo al proletariado las implicaciones que supone este
Referéndum sobre la situación política concreta en el Estado. Si
manteniéndonos en el plano internacional la posición más coherente
contra el sistema - para evitar la subordinación del proletariado a los
intereses de otras clases - es la abstención, ahora, al no ser
suficiente mantenernos en este nivel de análisis ya no basta con
apostar por el NO e ignorar, omitir o encubrir las verdaderas razones y
las circunstancias que pueden permitir al proletariado expresarse como
clase independiente sin padecer la posterior instrumentalización desde
el campo burgués de dicha expresión. Hablar de “farsa electoral”, como
incluso hacen algunos, para luego llamar a la participación en el
sistema sin mayor análisis, es puro oportunismo.

Un
Referéndum es diferente de unas elecciones. Ante éstas el proletariado
debe continuar absteniéndose, porque cualquier compromiso, en el estado
actual del movimiento revolucionario, carecería de contrapartida;
cualquier participación implicaría la subordinación a intereses de
clase ajenos. En este Referéndum, en cambio, el proletariado puede
participar porque su actitud podrá ser traducida directamente en una
posición política, sin ninguna mediación por parte de la gran
burguesía. El proletariado puede expresarse directamente y en bloque
sin que nadie interprete o modifique su voto. El proletariado se
encuentra así abierto, más receptivo a la política de la lucha de
clases y puede escapar, aunque sea por un breve periodo de tiempo del
economicismo espontaneísta al que le subyuga cotidianamente la
burguesía. Aquí, las vanguardias ideológicas y políticas tienen la
responsabilidad de saber transmitir a las masas trabajadoras nuevas
ideas que contribuyan a su elevación y actuación como clase
independiente.

El proletariado, como
interés inmediato, tiene el deber de neutralizar el proceso de
consolidación y fortalecimiento del capital monopolista. En este caso
no se juega nada a la hora de votar NO, y puede forzar en cambio al
bloque dominante a tener que gestionar un NO mayoritario.

Además,
el NO es preciso como testimonio histórico. No podemos incurrir en el
error del PCE ante el Referéndum para la Reforma Política, de diciembre
de 1976. Su abstencionismo supuso entonces un irresponsable
desentendimiento respecto de los acontecimientos políticos. Hubo
imprevisión e incompetencia política: se cayó en el señuelo de exagerar
la necesidad de que las masas no identificaran al PCE con el Búnker ,
si apoyaba la misma opción que éste (el NO), lo que le condujo al pozo
sin fondo de la abstención, a la autoanulación política. Claro está, el
PCE tampoco era el partido capaz de defender una postura coherente con
el NO, que implicaba el absoluto rupturismo con el proceso de
maquillaje democrático del franquismo. La línea claudicante del PCE le
condujo al aislamiento y a la derrota. Por todo esto, y salvando las
distancias, el NO supone un testimonio para cuando en el futuro se
reactive el proceso revolucionario. Quienes lo dirijan deben haber
recogido como herencia de la presente generación de proletarios
conscientes y de su vanguardia un rotundo NO que les deje las manos
libres y no les hipoteque su labor de liquidación del capitalismo y de
la Europa imperialista.

No podemos
tampoco obviar, precisamente por el carácter de este Referéndum, el
análisis de la correlación de fuerzas de clase en el Estado español. El
gobierno Zapatero no estaba obligado en absoluto a realizar Referéndum
alguno desde el punto de vista de la política exterior (podía haberse
aprobado mediante tramite parlamentario como así han hecho otros
países) pero, sin embargo, ha necesitado de él para legitimar su
victoria electoral del pasado 14-M, para demostrar que fue un triunfo limpio
y fundamentar políticamente de una manera más sólida su giro
estratégico europeísta en política exterior, al tiempo que dinamita
definitivamente las nostalgias atlantistas que sobreviven todavía en
los sectores más filofascistas del PP. Además, un debilitamiento de
este sector duro también acarrearía, como efecto colateral, la mejoría de las condiciones para la normalización
de la situación en Euskadi, sobre todo en lo que se refiere a
reintegrar al PNV en el bloque hegemónico de la clase dominante,
objetivo de Zapatero después del callejón sin salida al que le ha
abocado el Plan Ibarretxe . Éstas son las razones por las que
Zapatero ha convocado el Referéndum sin estar obligado a ello. Más por
las razones del escenario de las relaciones de clase en el Estado
español que por motivos de su política exterior; más por la disputa
interna entre las fracciones sociales dominantes que por un supuesto
interés democrático por la opinión del pueblo.

Las razones de la participación y el posicionamiento del proletariado en este Referéndum.

El
último argumento expuesto es fundamental para comprender porqué el que
el proletariado debe participar en el Referéndum, primero, votando NO,
después. Porque, en primer lugar, no debe mostrarse indiferente ante
cada uno de los sectores en que se ha dividido (aunque de momento sólo
les separe una fisura: por un lado, burguesía liberal y europeísta y,
por otro lado, burguesía postfranquista y atlantista) el bloque
dominante: no tiene las mismas implicaciones para la lucha proletaria
el talante liberal del PSOE de Zapatero que el filofascismo
de los herederos de Aznar. Siendo el Referéndum una apuesta personal
del Presidente del Gobierno, el fracaso que supondría una baja
participación beneficiaría al PP fascistoide, belicista y proyanqui
(amén del sector más derechista del PSOE - inquieto por cómo se ha
extendido la cuestión nacional - frente al que estaría en mejores
condiciones para reconquistarlo). Es por esto por lo que la Conferencia
Episcopal considera legitima la abstención. Lo que está en la mente del
PP y se lo calla, lo expresa la Iglesia para el sector ideológico del
pueblo sobre el que tiene influencia.

Por
otro lado, el proletariado debe votar y votar para decir NO, para negar
también, con esto, al PSOE y a Zapatero, para negar al bloque dominante
en su conjunto, para denunciar al Estado imperialista español y al
europeísmo, que no es otra cosa que su discurso expansionista.

¡No al imperialismo!

Ni Europa social

Ni Europa de los pueblos

Ni Europa de los ciudadanos

Ni Europa de los trabajadores

¡Por la Reconstitución ideológica y política del comunismo!

¡Por la reactivación de la Revolución Proletaria Mundial!

¡Por la federación de pueblos libres!

 

MOVIMIENTO ANTI-IMPERIALISTA