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Expansión de la violencia o maldición de Malinche

Publie le Viernes 13 de marzo de 2009 par Open-Publishing

Durante un intento de asalto a la Lotería Nacional es asesinado el seguridad Samuel Monroy y Anel Omar Rodríguez quien era el Director del Instituto Nacional de Cultura (INAC). Según señalan los medios, en lo que va del año el número de homicidios ronda las 100 personas, 10 de ellas han sido ejecuciones y 5 crímenes han sido realizados por sicarios a bordo de motos.

Ángela Rivera tenía dos años cuando fue asesinada en El Chorrillo, estaba en su casa cuando una bala le impactó en la cabeza. Ángela fue víctima de la violencia del fuego cruzado de uno de los tantos tiroteos entre pandillas que se dan en la ciudad capital. Durante cada año, la cuenta macabra de víctimas inocentes ha venido creciendo en el país. En esta orgía de sangre inocente resulta imposible olvidarse de las promesas de campaña del actual gobierno que llamaron “Patria Nueva”: “más seguridad, más empleo, cero corrupción” .

Los pasados carnavales colocó a Panamá -por encima de Brasil- como el país de América Latina con la tasa más alta de muertos. En Panamá cada 24 horas se roban dos vehículos, muchos de ellos utilizados en la creciente ola de asaltos y homicidios. Cada 12 horas, en Panamá, se comete un asesinato. En el 2007 se registraron 444 homicidios y 593 fueron las personas asesinadas en el 2008. El aumento de homicidios (crímenes y ejecuciones) en Panamá están a la orden del día y de la noche.

“Ahora en democracia” es el estribillo estúpido e hipócrita que repiten como papagallos los aduladores del poder político, económico y religioso en Panamá. ¿A caso se puede llamar democracia a la partidocracia que tiene y controla férreamente todos los poderes para estrangular todos los mecanismos de autentica participación ciudadana? La violencia que se expande en todo el país no viene de la nada. Esta violencia es fruto intrínseco del sistema político vigente en Panamá.

Que pensaban los que controlan todos los poderes del Estado panameño, ¿qué la violencia jamás les tocaría sus puertas? ¿cómo se puede ser tan cínico y aparentar inocencia ante un problema en donde la primera responsabilidad le compete a las autoridades?

Ninguno de los poderes puede lavarse las manos, todos tienen su cuota de responsabilidad en la creciente ola de violencia e inseguridad ciudadana. Es de dominio público que el Partido Revolucionario Democrático (PRD) tiene el control de los órganos del Estado. El Ejecutivo está en manos del PRD, quien también tiene la mayoría en la Asamblea de Diputados. Los fallos políticos en la Corte Suprema de “Justicia” han sido escandalosos y denunciados en los medios de comunicación. Así las cosas, nadie puede quitarle la primera y la mayor responsabilidad al actual gobierno PRD del desastre que estamos viviendo en Panamá.

En el documental CURUNDÚ , Kenneth quien conoce y ha vivido de cerca el mundo de la violencia, nos da pistas certeras sobre el origen y desarrollo de este malestar social:

“Hoy en día los pelaos caen mucho en la violencia. Los pelaos nacen para morir rápido. Porque las políticas públicas que hay ahora mismo son de destrucción masiva hacia ellos.

“La gente está emigrando de aquí (de Curundú) por la violencia, pero esta violencia nunca va a terminar porque se va a ir expandiendo… y hasta las puertas de las casas de ellos van a tocar.”

“Ahora mismo eso no les preocupa porque ellos piensan que son invulnerables. ¿Sabe por qué?, porque ellos viven en rascacielos y viven en grandes casas que… quizás ellos piensan que las personas no pueden penetrar, pero cuando ya esto coja fuerza, yo creo que los que más duro van a tomar son ellos… porque, por lo menos nosotros sabemos que nosotros nacimos para morir. Nos quitan la vida temprano, pero ellos que lo tienen todo, a ellos si les duele eso.”

El creciente empobrecimiento es la violencia ejercida desde los poderes contra las mayorías nacionales. Las “legalizadas” destrucciones de las comunidades campesinas e indígenas a través de concesiones para la explotación minera y la construcción de represas, son incubadoras de la violencia social. El acaparamiento de las riquezas en pocas manos genera angustia, desesperación y violencia en las mayorías nacionales. Esta enfermiza manía de acumular y concentrar poder y riquezas es la base de la violencia que hoy irrumpe en Panamá.

Ninguna mano dura, ni ningún arsenal de armas, ni la más sofisticada tecnología de investigación contra el crimen serán capaces de recuperar la convivencia y la paz ciudadana si no cambiamos los patrones de la economía neoliberal que ha sido traída para saquear las riquezas nacionales, concentrándolas en manos de consorcios económicos foráneos y nacionales. La maldición de Malinche se extiende hasta nuestros días. Como pueblo, seguimos enfermos, incapacitados para ser hombres y mujeres libres, mirando de un lado para otro como los señores y señoras del poder nos siguen engañando. ¿Cuándo nos resistiremos ante tanta violencia, ante tanta corrupción y ante tanta hipocresía y soberbia de los poderes religiosos, políticos y económicos?

Héctor Endara Hill
Colectivo Panamá Profundo