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PODER POPULAR PLATAFORMA POLITICA DEL SOCIALISMO CIENTIFICO

par Freddy Subdiaga

Publie le Miércoles 22 de agosto de 2012 par Freddy Subdiaga - Open-Publishing

PODER POPULAR, PLATAFORMA POLITICA DEL SOCIALISMO CIENTIFICO.-
Una perspectiva desde abajo.
El sentido a ciencia cierta del Poder Popular es teórica e ideopolíticamente interesante porque la exigencia de pensarla surge tras una historia concreta: la de las limitaciones del socialismo utópico y las pretensiones excluyentes del populismo pequeño burgués. Como forcejeo de tener la soberanía del pueblo, tres fueron los poderes que en el curso de la Edad Media se vieron enfrentados en esa contienda: la Iglesia, el Imperio y los grandes señores feudales.
Iniciar a primeras de cambio un análisis sobre el desenvolvimiento político, económico, social y cultural del acontecer de nuestra sociedad venezolana en general, amerita hondar históricamente en las particularidades de las partes que la componen territorialmente hablando, pero a su vez, su lógica de vivencia y experiencia de las formas de lucha revolucionaria, que ha experimentado las generaciones que nos precedieron, en procura de lograr una sociedad política, económica y socialmente justa y equilibrada bajo el precepto de: República libre e independiente. Con sistemas de gobiernos liberales, conservadores, tiránicos, dictatoriales, pseudo-democráticos; guiados por las mediocres políticas de las formaciones económicas que le antecedieron al capitalismo, y que éste reconfiguro con hábil apariencia para someter al proletariado a sus designios.
Así como el capitalismo surgió de la revolución burguesa, arrastrando el cordón umbilical del feudalismo, así el socialismo utópico arrastra la infección de la cultura degradante del capitalismo. De esta infección brota con mayor efervescencia la contradicción de la lucha de clases, en esta lucha se interpone un sector alienado que confundido como clase media, como expresión de la descomposición social de la sociedad dividida en clases, cuya alienación los conducen a asumir pretensiones pequeñas burguesas, que no favorecen en nada la profundización del proceso de liberación nacional, obstaculizando la formación y consolidación del Poder Popular.
En segundo lugar, es el agotamiento de la construcción populista de la voluntad popular por las ofertas electoreras y engañosas de uno de los representantes genuinos de la socialdemocracia oligárquica que denigra de la revolución bolivariana. El populismo fue una forma pseudo-democrática de integración que ensayo la socialdemocracia (Pequeña burguesía) y de algunas capas populares que prefiguraron la relación entre Economía y Estado después de la crisis capitalista de 1929. Para lograrlo los líderes populistas apelaron al nacionalismo y a cierto igualitarismo, que para algunas vertientes de izquierda constituían como "segunda independencia"; el inicio de un camino que, más adelante y superando al propio populismo, realizaría sus promesas populares para transfigurarse como en socialismo utópico. Las condiciones históricas de esa política, que ya hoy no existen. Basta pensar en qué fue a parar la promesa de "construir una burguesía nacional" que hicieron aquellos hombres y mujeres soñadores de una sociedad “libre y democrática”, con características o pretensión de Poder del Pueblo.
Hoy sabemos que ninguna praxis revolucionaria objetiva de la Soberanía Popular, puede ser articulada sin, una puesta en práctica de alguna forma de este Poder del Pueblo-Popular-. Éste es un término dialéctico, es decir, transita beligerantemente entre la diversidad de las dignidades sociales. Es decir, la maestra de escuela, el ama de casa, el vendedor en los colectivos, el cesante, el poeta, el artesano, el cartonero, el mecánico, en síntesis el obrero manual e intelectual, como expresiones socio-productivas que conforman la Clase Obrera. Y la unidad ambigua de una designación que se dirige hacia lo cultural y lo ideopolítico colectivo. Lo que esa indicación sumaria no dice si esas dignidades "originan" el Poder Colectivo. Tampoco establece si al tornarse política la conflictividad social se transforma en algo absolutamente diferente, ante las desigualdades que genera el sistema capitalista.
Ahora bien, el poder popular no es un capricho o quimera de alguien en particular. No, es la evolución histórica de la emancipación política, social y económica del pueblo. Eso es lo que lo distingue de la noción del poder del Estado, que es la voluntad latente de una minoría de la población que se impone como poder constituido. En cambio, el poder popular debe ser la expresión ideal, consciente y con conocimiento de la mayoría del pueblo que ejerce el poder constituyente. Es exactamente la manifestación efectiva, real, de la gran voluntad colectiva. Por el contrario, el Estado burgués se funda en la opción de una serie de individuos que se convierten en clase dominante; es una de las formas del contrato de ese Estado.
El gran problema del poder popular es cómo se constituye y qué sentido y qué efectos tiene sobre la multidiversidad social, qué formas de vida democrática propugna. Un análisis superficial diría que el poder popular es lo que "el pueblo" produce económica, social y políticamente. Pero ojo, el "pueblo", sin embargo, no puede ser reducido a una mera condición dada (un ámbito social aparentemente con capacidad de agrupar: por ejemplo, a "los pobres", "los oprimidos" o “excluidos”). Por eso la visión ingenua del pueblo, que lo da por supuesto, es peligrosa. Disimula un proceso que no está en la superficie y no de fácil entendimiento por los ciudadanos y ciudadanas que obvian su participación directa en las soluciones de la problemática política, social y económicamente que los afecta en común.
Entonces el poder popular se supone que es el escenario autentico donde el pueblo es sujeto de su propia experiencia, o más puntualmente, que se reúne alrededor de un acuerdo o un proyecto que identifica una comunidad deseable y un orden indeseable (el "que se vayan todos" que se manifiesta dialécticamente entre un nosotros y un ellos). Esa reunión implica una alianza entre lo diverso; no existe una construcción popular sin alguna práctica de alianza, porque se parte de una heterogeneidad y se construye una comunidad imaginaria. Pero también evoca los problemas que derivan de la actitud populista que se resiste a cortar amarras con las clases dominantes (¿acaso no todos somos pueblo? dirían algunos) para construir una pacífica comunidad nacional que deposita u oculta su antagonismo de clase en el exterior (el imperialismo, el anticomunismo, los inmigrantes, regalías del tesoro nacional a otras naciones), o bien que se transforma en unidad mítica destructiva, como cuando el nazismo hizo un "pueblo" en Alemania. Cotejo obligado cuando una parte de nuestro pueblo venezolano obvia la pesada carga histórica de la transculturización colonialista europea en el pasado y en la actualidad del coloniaje estadounidense, y tienden a caer en las redes ultrareformistas de la derecha oportunista y del libertinaje reformista y distrayente de la izquierda exquisita.
En cambio, una vía socialista científica de índole democrática participativa, protagónica, revolucionaria y corresponsable necesita la autoorganización desde abajo, popular, que neutralice y minimice la burocracia del Estado burgués, que garantice los procedimientos, de la Soberanía Popular elevando la vocación innovadora, creativa y productiva del pueblo trabajador.
La deliberación sobre un poder popular capaz construido desde abajo exige la definición de qué alianzas sociales son imprescindibles para otorgarle una Dirección Concreta y Colectiva al proceso liberación nacional con perspectivas revolucionaria y socialista. Hay una débil articulación interna entre poder popular, pueblo y lucha social. Se dirá que esa lucha podría ser denominada "lucha de clases". El concepto de lucha de clases es fundamental, pero sin duda no agota muchas formas de discrepancia y enfrentamiento ideopolítico que constituyen las alianzas populares. Por ejemplo, una campaña contra la inseguridad puede ser una instancia de confluencia popular, que se relaciona con el hecho de que quienes mueren fruto de la inseguridad son en general mujeres y hombres de las capas sociales subalternas, pero es mucho más que eso. O la deficiencia de soluciones habitacionales que con la Gran Misión Vivienda Venezuela, se avanza a satisfacer esta carencia. Así como la problemática de generar fuentes productivas y no puestos de empleo. Esto se vincula con nociones de edad, sexualidad y elección social vital, que superan la observación de clase aunque sin él serían parcialmente comprendidas.
Éste es justamente el problema: ¿cómo pensar en un poder popular capaz que dirima de otro modo las rupturas de la sociedad? El problema es arduo porque hoy -en Venezuela- (y en particular en el Municipio Anaco) no hay pueblo homogéneamente organizado. Hay partes que vienen tomando conciencia de la democracia revolucionaria. Si. Existe lo social, tenemos culturas populares, pero no pueblo ideopolíticamente articulado en relación al carácter antiimperialista y socialista del proceso.
El nervio económico del pueblo de Anaco lo constituye durante varias décadas el petróleo y el gas, y esa vía ya no es suficiente para satisfacer sus principales necesidades. Su dificultad es herencia propia del populismo, cuya capacidad de organización y movilización política, económica es obstaculizada por la burocracia populista y reformista que se refleja en lo local, estadal y nacional, tiene como supuesto imaginario la anulación de su participación directa en la formulación, ejecución y control de las políticas públicas. Esto es el aditivo psico-estructural que acelera las contradicciones sociales.
La iniciativa popular en promover los Consejos del Poder Popular (Comunales, de Campesinos, de Trabajadores y trabajadoras, Estudiantiles, entre otros) a eso le llamamos "comunidad organizada". Las hondas tensiones que despiertan estas experiencias no han demostrado poder cuestionar el objetivo integrador del democratismo populista. Su función histórica progresiva consiste en tratar de instalar a las capas sociales subalternas como un actor relevante de la política nacional, lo que acarrea el odio clasista y racista de la oligarquía apátrida, como es natural en una sociedad dividida en clases.
Pueblo e historia, el contenido mínimo de la noción del Poder Popular Capaz, remite a una potencia-del-pueblo, es decir, a la capacidad de un pueblo para operar sobre algo, con respecto a su soberanía y el poder del Estado. Ese algo es relativamente indeterminado, porque es una instancia cuya condición de objeto, puede ser el propio cuerpo del pueblo (el poder popular como práctica de autovaloración, autogobierno o autotransformación), una vez que ha superado el ser partes yuxtapuestas (Soberanía Popular-Estado). Este hacerse es lo decisivo, porque sin eso el pueblo (que no es una cosa cualquiera) se desintegra. El contenido de poder popular sólo es comprensible en las condiciones históricas en que se produce, en el contexto de las relaciones de acumulación de fuerza revolucionaria consciente en que interviene, en el horizonte de las perspectivas políticas que se plantea la revolución bolivariana como proceso emancipador. En términos más formales: da cuenta de una historia (como pasado asumido o sufrido), un presente (como el dinamismo de la praxis en lo participativo y corresponsable en las condiciones política, económica y cultural) y un futuro (observable en una expectativa estratégica y táctica hacia el socialismo científico).
Así las cosas, debemos ir en busca de las formas concretas de construcción de un pueblo ideológicamente persuadido del Poder Popular como plataforma ideopolítica hacia ese Socialismo Científico; en otros términos: debemos observar de qué manera emerge en esta situación histórica. A partir de una identificación real que abrirá el espacio para seguir su odisea. No ha existido una única versión de pueblo y menos aun de una revolución donde el pueblo no sea el sujeto y el objeto a su vez.
No hay que obviar que todo nuestro pueblo es producto y transformación de una historia. Es el fruto de las tendencias del pasado y es la condensación de una nueva identificación que resignifica ese pasado, reescribiendo la historia. La Constitución Bolivariana y la Leyes del Poder Popular, recogen en cierta medida los cambios sociales, políticos y económicos; que datan de larga duración y con eventos de subjetivación inéditos. Para acceder a esa dinámica creativa es inevitable recurrir a la historia puesto que todo pueblo sólo surge encuadrado en una vida histórica y a las prácticas actuales de existencia social. Por lo tanto, es esencial nuestra evolución demográfica, la persistencia y declinación de algunas mitologías; asumiéndose las perspectivas de la movilidad social, política y económica; como vías certeras para derribar le estructura reformista y populista del Estado Burgués.
No obstante, la experiencia no se agota con la historia. Por el contrario, la historia sólo actúa eficazmente a través de sus representaciones actuales, que son reescrituras del pasado. La memoria colectiva alude al pasado, pero es siempre de hoy. Las identificaciones de un pueblo, esto es, las imágenes y símbolos en que fundamenta su unidad, dependen del modo y la clase social que cuenta la historia de su pasado.
Así por ejemplo: si se impone una historia popular de larga duración ligada a las luchas anticoloniales o antiimperialistas, tendremos una identificación diferente que la iniciada en 1945 hasta estos momentos.
El vínculo entre poder popular y la democracia del Estado burgués.- Es el eslabón que une temporalmente a la clase dominante con la clase dominada, siendo el poder popular como la concreción de la Soberanía Popular, un principio de la política que se convierte en base de las formas del poder de manera revolucionaria en la época moderna. Ésta no es una afirmación especulativa: las revoluciones que hacen de articulación entre la Edad Moderna y la Edad Contemporánea (la inglesa de 1640, la norteamericana de 1776, la francesa de 1789, y las hispanoamericanas de principios del siglo XIX) no son otra cosa que la eclosión en la historia de la crisis de los poderes monárquicos. Frente a la soberanía de la majestad del rey surge la soberanía del pueblo. Por eso también se impone el ideal democrático, que busca un nuevo origen de la legitimidad política de la masa trabajadora. Su sustento no se encuentra ya en la divinidad y sus intermediarios -el Papa o los monarcas- sino en "el pueblo organizado".
Entonces es fundamental interpretar dialécticamente este proceso histórico, cuyo existo depende de la visión o preclaridad de lo que estamos construyendo en colectivo, ya que la unidad es y será el llamado estoico de la clase oprimida para liberarse de las cadenas opresoras, no sólo las cadenas físicas, sino de las cadenas psico-estructurales de la ideología reaccionaria, excluyente y depredadora clase burguesa dominante.
Por lo tanto, es inconcebible que algunos sectores del pueblo trabajador que han sido beneficiados por la revolución bolivariana y de algunos fragmentos alienados de las capas medias de nuestra sociedad sean sus propios verdugos, al pretender ser tomados en cuenta por los que en el pasado pseudodemocratico de la cuarta república, que los excluyo y los utilizo, caigan en las ofertas electoreras, demagógicas y populistas les reivindique en elevar su calidad de vida. Cosa que no van hacer, ya han demostrado en el transcurso histórico que no les importa el sufrimiento de las trabajadoras y trabajadores. De aquí la valoración de articular un Poder Popular Capaz de asumir la Administración y Dirección de la formulación, ejecución, seguimiento y control social de la políticas públicas para satisfacer sus principales necesidades sociales y colectivas.

Freddy Subdiaga
Militante Comunista Revolucionario.
del PCV.