Portada del sitio > Los que provocan el hambre

Los que provocan el hambre

par Lutte Ouvrière

Publie le Miércoles 29 de agosto de 2012 par Lutte Ouvrière - Open-Publishing

Cuando la actualidad más candente es la canícula y se nos dice por todas partes y a todas horas cómo protegerse de ella e hidratarse, una información más dura de otro tipo de consecuencias ha pasado desapercibida: la subida repentina de los precios de los cereales.

Desde el mes de julio, la cotización mundial de los cereales se ha disparado. En dos meses, el maíz ha aumentado un 50%, arrastrando a su paso el precio del trigo, de la soja y pronto de la carne, ya que en los Estados Unidos ganaderías enteras son abatidas al no poder alimentarlas. Así pues debemos esperar nuevas privaciones para las clases populares debido a una subida general de toda la cadena alimentaria.
Incluso aquí, en Francia, en un país “rico”, ¿Cuántas familias golpeadas por el desempleo, con salarios o pensiones de miseria, tienen problemas para hacer frente a la subida de la cesta de la compra? ¿Cuántos hogares renuncian a la compra de frutas, verduras frescas o carne? Al ver el éxito de los comedores de caridad y de las tiendas sociales, los productos alimentarios de base han superado los límites aceptables para muchos.

Pero si estas subidas de precios en la alimentación no son todavía aquí, una cuestión de vida o muerte, Lo son y lo serán para millones de personas en algunos países pobres. En 2007-2008, la explosión de los precios de los cereales provocó una de las mayores crisis alimentarias. Los motines del hambre sacudieron entonces a una gran parte de países pobres, desde Dakar a México pasando por El Cairo. Actualmente los precios se acercan a los records de 2008. Semejante subida, si se mantiene, supone el hambre segura para millones de personas que luchan ya para sobrevivir en el día a día. Para muchos de ellos, es una condena a muerte.

“En tiempo normal” como se dice, cuando no hay crisis alimentaria, 37.000 personas mueren de hambre cada día, un niño muere de hambre cada cinco segundos.
¿Cómo aceptar este drama humano, cuando la agricultura moderna puede alimentar dos veces a la población del planeta? ¿Cómo aceptar que los primeros hambrientos son los campesinos, totalmente capaces de cultivar la tierra para alimentarse, a ellos y a sus familias, pero no lo pueden hacer ya porque han sido arruinados y expulsados de sus tierras por los tiburones de lo agroalimentario?

Sin duda, los Estados norteamericanos productores de maíz y soja sufren una de las peores sequías, y la meteorología hace temer una caída del rendimiento en Rusia y Ucrania. Pero en una organización social normalmente constituida, donde la vida humana contase, se buscaría hacer frente a las catástrofes climáticas poniendo en común lo que se tiene, repartiendo los stocks, organizando la distribución racionalmente, anticipándose.

¡Lo contrario de lo que pasa! En el sistema capitalista, matar de hambre a millones de seres humanos puede ser rentable. La sequía provoca y provocará la felicidad de los especulares. ¿Menores cosechas? ¡Buena noticia para los especuladores que van a poder apostar al alza! ¿Los stocks de cereales disminuyen? Es la ocasión para los especuladores de volver a comprar y de hacer subir las subastas.

Es incluso la ocasión de oro ya que, si se cree un estudio del Deutsche Bank, el maíz ha ofrecido, al igual que el oro, el mejor rendimiento de los activos financieros en los últimos cinco años. ¿Qué tiene de asombroso que actualmente el 85% de las compras de cereales sean compras especulativas?

Los financieros que ya no encuentran rentable especular en el sector inmobiliario, en los valores de Internet o en las acciones, se han lanzado sobre el mercado de materias primas. El maíz, el trigo y la soja son para ellos unos “activos financieros” como los otros, sobre los cuales apuestan sin moderación, aun cuando provoquen el hambre a millones de personas para quienes son el pan cotidiano.

El capitalismo transforma todo en activos financieros, en especulación, en beneficios. Frente a este funcionamiento ciego de la economía, la vida humana no vale nada. Volver a poner a los seres humanos, sus vidas, el progreso social en el centro de la sociedad, supone deshacerse del capitalismo y refundar una economía organizada colectivamente, no para producir beneficios a una minoría siempre más rica sino para responder a las necesidades y a las aspiraciones de todos.

Editorial de los boletines de empresa

Lutte Ouvrière

Voz Obrera

Traducción de F.P.