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¿Por qué no un serrano, un negro o un gringo? Intervención urbana antirracista

Publie le Jueves 19 de mayo de 2005 par Open-Publishing
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Por Vanessa Verástegui *

La campaña "Madres indignadas por publicidad racista" se propuso aprovechar el Día de la madre para sensibilizar a la población peruana contra la política de algunas empresas comerciales sobre la publicidad, sobre todo por la selección de sus modelos, cuyos rasgos físicos son ajenos a la realidad nacional.

" Señorita, ¿por qué no traen a un serrano o a un gringo...?" "¡Yo no veo a un negro, todos son blancos!" Indignados, absortos, quién sabe. Lo cierto es que estas fueron las voces que se escucharon dos días después de la celebración del Día de la Madre en Lima en los establecimientos comerciales de Saga Falabella y Ripley de Plaza San Miguel ante la presencia de un grupo de once personas llevando polos blancos con las siguientes frases: Basta de Racismo. El racismo ya fue.

Era jueves 5 de mayo, 20:00 p.m. y los representantes de la mesa de trabajo contra el racismo de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos decidieron ingresar furtivamente a los mencionados locales, fungiendo de clientes para perderse entre el mar de gente que se encontraba haciendo sus respectivas compras. De la misma manera como se procedió el año pasado ante los mismos locales del Centro Comercial del Jokey Plaza, en esta ocasión se eligió el Centro Comercial de Plaza San Miguel.

Nos acusaron de no ser plurales. Acaso, ¿los activistas que deseamos cambiar estas prácticas racistas y vigilamos para que los delitos raciales que se cometen no queden impunes deben tener ciertos estereotipos raciales? Es legítimo que aquellos que no están de acuerdo con el racismo quieran participar de esta protesta contra la discriminación racial en la sociedad peruana que afecta tanto al desarrollo del país. Esta lucha concierne a todos al margen de su condición étnica o racial.

Quien escribe y una compañera, representante también de la mesa, fuimos elegidas para entregar a la sección - administración de Saga la carta de protesta en la que se exponían las razones de esta intervención urbana, a la que se anexó una cantidad de firmas de madres que se aunaban a la campaña.

Nosotras fuimos elegidas porque éramos las únicas del grupo que no portábamos los polos con lemas antirracistas ante el temor que se les impidiera el ingreso.

Al llegar el turno de la administración Ripley, la mesa se desplazó por las instalaciones de Plaza San Miguel, esquivando miradas hostiles de los clientes por interrumpir su hora de ritual consumista y las diferentes advertencias del equipo de seguridad que se encontraba alerta. Daba la impresión de se habían intercambiado los papeles y que los que cometíamos una falta éramos nosotros.

Al día siguiente los noticieros de Chile divulgaban el suceso tildándolo de actividad chauvinista antichilena, una más que venía a sumarse a las reclamaciones por la transmisión del video sobre el Perú en Lan Chile.

Es necesario aclarar que la campaña "Madres indignadas por publicidad racista" se propuso aprovechar el Día de la madre para sensibilizar a la población peruana contra la política de algunas empresas comerciales sobre la publicidad, sobre todo por la selección de sus modelos, cuyos rasgos físicos son ajenos a la realidad nacional. No protestábamos contra la inversión chilena en nuestro país ni contra las tiendas mismas en las que muchos somos clientes, mucho menos contra los modelos rubios o rubias, sino contra el discurso hegemónico del patrón de belleza de la "raza" blanca impuesto en la publicidad de sus catálogos. Recordemos que Saga y Ripley, también se encuentran en distritos de origen popular -ahora con capacidad adquisitiva- como el centro de Lima y el Mega Plaza del cono norte.

Por que la reacción de los asistentes de Plaza San Miguel fue más agresiva que la del Jokey Plaza, donde, incluso, se recibieron adhesiones de solidaridad a la campaña. Podría deberse por las fantasías de muchos clientes y vendedores que anhelan ser como las personas que aparecen en la folletería. Y porque como dice el historiador Nelson Manrique "el cholear" se ha convertido en el deporte nacional.

* Por Vanessa Verástegui
Arqueóloga de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Integrante de la mesa contra el racismo de la coordinadora nacional de derechos humanos


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